Entretenimiento | Enrique Navarro Visiones de Atemajac Francisco Goitia (7) Por: EL INFORMADOR 24 de enero de 2009 - 17:42 hs Una vez que Goitia vuelve a pintar, divide su tiempo entre dos regiones entrañables: Zacatecas y Xochimilco. Es la época de sus espléndidos cuadros de olivares o de la restauración de obras de Miguel Cabrera, Juan Rodríguez Juárez y Cristóbal de Villalpando en el Convento de Guadalupe. También es el momento de lamentar (por parte de nosotros) los proyectos fallidos del mural El Purgatorio -Templo de Guadalupe, Zacatecas- o los que hubiéramos disfrutado en la Catedral de Zacatecas y la Iglesia de Tlaxcoaque, en el Distrito Federal. No los llevó a cabo por falta de apoyos económicos clericales. El año 1942 le deparó dos reconocimientos: el Premio Nacional de Artes y Ciencia en la rama de Pintura (también otorgado al Dr. Atl) y la exposición de su obra en Zacatecas con motivo del cuarto centenario de la fundación de la ciudad. Goitia quiso aprovechar esta última coyuntura para proponer a las autoridades locales tanto la creación de un museo de arte como la reforestación del cerro de la Bufa o la exploración de sitios arqueológicos en la región. Como era previsible, sus iniciativas no tuvieron eco. Solo la exposición se llevó a cabo. Vendrá enseguida otro episodio relacionado con sus inquietudes gremiales y comunitarias. Me refiero a su participación en el Frente Nacional de Artes Plásticas, documentada por el pintor guanajuatense José Chávez Morado en el catálogo que con motivo de la exposición-homenaje por el centenario del natalicio de Goitia el Instituto Nacional de Bellas Artes imprimió en marzo de 1982. Se trata de un testimonio sabroso y directo. Describe el paso fugaz del maestro Goitia como presidente del Comité Ejecutivo del Frente. Chávez Morado lo recuerda en cierto episodio donde encabezó una delegación para zanjar una disputa de grupos antagónicos de pintores y artesanos por el uso de suelo del Parián de la ciudad de Puebla: "…viajaba el maestro con su ropa de obrero, de mezclilla rota y deslavada, su cabeza barbada tocada con un sombrero de palma y un morral con papeles y cosas desconocidas colgado del hombro; iba callado en medio de nosotros, contestaba con cortesía a quien le hablaba, pero miraba hacia dentro de sí, iba ausente, yo sentía que nos acompañaba un personaje bíblico, tal vez Tobías, acaso Job, y esta elevación me impedía abordarlo, decirle de mi presencia, por eso nunca diré que llegué a conocerlo…". Al final, Chávez Morado narra cómo arribada la noche, un Goitia notoriamente inquieto se despide y les dice a sus acompañantes que no puede dormir en Puebla, pues tiene que viajar para aprovechar la luz del alba en los añosos olivares de Tulyehualco. "¡No compañeritos! –decía- No puedo perder esa luz que cambiará el mes que entra y que volverá hasta el año próximo. El maestro se fue a la terminal de autobuses y partió en uno de ellos, aunque yo creo que sacó de su morralito las alas plegadas, las sacudió y voló…". Una vez más, pregunto yo: ¿Qué hacía este santo varón involucrado en conflictos mundanos? Algún filósofo nos respondería que precisamente es rodeado de caos y oscuridad que pueden brillar los seres de luz. Me quedo con esta hipótesis. navatorr@hotmail.com. Temas Artes Colaboraciones Artes Visiones de Atemajac Lee También Karina Barraza presenta “Sombras de otros tiempos” Un diálogo entre la poesía y las artes gráficas El arte, un reflejo crítico de la sociedad contemporánea ¿Por qué Santa Cecilia es considerada la patrona de los músicos? Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones