Lunes, 02 de Diciembre 2024
Entretenimiento | Carlos Lara

LOS ANTEOJOS DE BASKERVILLE

La ideología, madre de las emociones

Por: EL INFORMADOR

La ideología, madre de las emociones

Hace un par de días presencié la conferencia magistral de Elena Poniatowska en el marco de las actividades conmemorativas del movimiento estudiantil de 1968. Manifestó algo que me pareció desproporcionado, quizá sea parte de su discurso programado desde entonces, no lo sé, pero asegurar que los jóvenes de ahora son igual a los de 1968 y que los estudiantes están mejor informados que los de entonces, me parece desproporcionado. La escritora reconoce su apatía, egoísmo e indiferencia, pero sostiene que son iguales y mejor informados. No es necesario hacer un estudio para saber que si algo caracteriza a los jóvenes de hoy es efectivamente su apatía e indiferencia. La falta de una ideología qué defender o en la cual apoyarse, les impide sentir, emocionarse y tomar consciencia de la realidad nacional. La ideología es la madre de todas las emociones, me dijo en entrevista hace un par de años el rockero Miguel Ríos. Coincido con él, y si bien los jóvenes del 68 no sabían lo que querían, sabían lo que rechazaban, estaban medianamente informados, comprometidos con una ideología que enarbolaba la bandera de la imaginación al poder. A 40 años de distancia, ese movimiento que inició la transición democrática en el país, ha albergado durante las cuatro décadas a una importante generación que oscila ahora entre los 60 años y el poder político, que llegó al poder pero sin imaginación. Son los mismos que desde la Asamblea Legislativa del Distrito Federal prohíben fumar en sitios públicos y al mismo tiempo impulsan el uso de la marihuana.

Los jóvenes del 68 y los jóvenes de ahora no pueden ser iguales, tan solo porque los primeros pertenecen a la cultura de la palabra escrita, donde las emociones, si se llegan a desatar, pagan el peaje del paso previo por el intelecto.
Y es que las emociones provienen casi exclusivamente de los significados, no de los significantes. Se trata, como señala el especialista Jean Ferrés, de comprender para poder emocionarse, y para ello hay que acceder primero a las significaciones. En ese sentido, la lectura, que podría ser un indicador fundamental en el desproporcionado comentario de la escritora, tiende a desarrollar un pensamiento continuo y lineal, mientras que la iconósfera, en la que están formados los jóvenes de hoy, desarrolla un pensamiento discontinuo y simultáneo. La imagen se rige prioritariamente por el pensamiento global, sintético, mientras que la letra impresa por el pensamiento analítico y secuencial. No hay más que ver la manera en que la moda se impone entre los jóvenes de hoy tan solo por lo que tiene de novedad. Para éstos es más importante contemplar que pensar.

Es duro decirlo, pero en la actualidad los movimientos de solidaridad pro Tibet o anti Bush, nos parecen ridículos. Sin embargo, si echamos mano de la iconósfera podríamos analizar dos prototipos de generaciones paradójicamente inversos en su activismo, John Lennon y Bono Vox. El primero, romántico despilfarrador de un liderazgo envidiable que se limitó a hacer la señal del Peace and love. El segundo, líder de una banda que siempre ha mirado más allá de la música, devolviendo a los jóvenes, si no una ideología, algo en qué creer, o ya por lo menos un poco de emociones para tejer un pensamiento en torno a los problemas mundiales. Así de opuesta podría ser la diferencia entre los jóvenes del 68 y los de hoy.
TEXTO: CARLOS LARA
 

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