Combina la palabra y la música

GUADALAJARA, JALISCO (19/OCT/2010).- El arte tiene sus recompensas, pero también sus múltiples exigencias. Es placentero el contacto con el público y la incertidumbre que genera el trabajar por proyectos a veces resulta complicada. Para el actor y músico Ari Brickman, uno de los invitados especiales del octavo Festival de la Luna en Tapalpa que se celebra los días 21, 22 y 23 de octubre, la falta de certeza en su actividad profesional es un elemento que lejos de angustiarle le permite crear. “Considero que la incertidumbre es parte esencial de la vida misma, y al estar creando no queda más que adaptarse a esa montaña rusa de emociones. Es indispensable utilizar la incertidumbre para la creación”.

Nada es predecible y todo es posible en un escenario, continúa un Brickman inspirado al momento de responder a la entrevista con este diario. “Ésa es la magia de estar vivo. Ser parte del cambio continuo es el primer paso para que las ideas fluyan y se conviertan en canciones, poemas, pinturas”, afirma quien presentará este sábado un concierto en la Casa Gálvez, para después estar presente en el Homenaje a José Alfredo Jiménez, en el que trabajó, y en el que Álvaro Abitia funge como director musical.

Ari, aunque creció en Veracruz, nació Chiapas, y desde muy joven supo que la actuación era una actividad que le generaba emociones, de ahí que haya recibido premios a Mejor actor joven  y Mejor coactuación, otorgados por  la Asociación Mexicana de Críticos Teatrales, incluyendo la beca para Ejecutantes que otorga el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA).

Con más de 10 años de carrera y un gran número de obras de teatro en su hoja de vida, además de su trabajo en la pantalla grande en películas como Revolución (2010), Cinco días sin Nora (2008) de Mariana Chenillo, Cuento de hadas para dormir cocodrilos de Ignacio Ortiz (2002) y el cortometraje Té para dos de Alejandro Lubeski, trabajo ganador en el Festival de Cannes 2002, por mencionar algunos filmes, el actor ha sabido combinar su desempeño como músico, pues con el disco Siconauta, del que también fue productor, consiguió formar parte de los soundtracks de las películas mexicanas Cansada de besar sapos y Así del precipicio. Ahora con el álbum Todo este querer recién viajó a Argentina y Uruguay para ofrecer conciertos.

– Tus proyectos no sólo se presentan en México, ¿cómo observan tu trabajo fuera de nuestras fronteras?
– Siempre salir del país y compartir lo que uno hace es inmensamente enriquecedor. Acabamos de estar en Argentina y Uruguay, y lo que sentí es que la gente es muy generosa, muy atenta y manifestaba un interés por lo que se está haciendo en México. El recibimiento a mi música en otros países me ha llenado de alegría, energía y fuerza para seguir.

– ¿Actor y músico, qué diferencia creativa encuentras en las facetas en que te desenvuelves?
– La diferencia fundamental es que en la actuación por lo general uno está al servicio del guionista, el director y la visión que ellos quieran generar. Uno interpreta a un personaje y está al servicio de la historia. En la música el personaje soy yo, y lo que cuento tiene que ver fundamentalmente con mi visión del mundo. La música para mí es algo mucho más personal e íntimo.

– ¿Qué te mantiene apasionado como artista?
– La intensidad de mi vida, la comunicación con gente de todo tipo, el amor, el desamor, la contradicción permanente del ser humano, lo inevitable de las cosas, la certeza y la incertidumbre total.

– ¿Qué te motivó a aceptar la invitación del Festival de la Luna en Tapalpa?, ¿qué te atrae de este tipo de propuestas culturales?
– Me encanta el perfil de lo que se está haciendo en Tapalpa. Creo que es un evento con un valor tremendo, y que más y más lugares de nuestro país debieran imitar. La cultura como eje de una comunidad, y el intercambio como herramienta de crecimiento. Un festival que es de la gente para la gente. Me entusiasma poder vivir de cerca lo que me han contado de Tapalpa y ser parte de ese enriquecimiento colectivo. Nunca dudé en aceptar tan generosa invitación.

EL INFORMADOR/ ALTAGRACIA LIZARDO