Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Entretenimiento | ¿Qué es la certidumbre?

CONTEMPLACIONES CONTRA EL TEDIO Por: DAVID NEGRO GUERRERO

¿Qué es la incertidumbre?

Por: EL INFORMADOR

I
¿Qué es la incertidumbre? Tan sencillo que es levantarse, acomodar bien el cuerpo frente al espejo, dar la vuelta y enfrentar el mundo. Pueden quedar revoloteando en la mente los retazos del sueño, tal vez hasta ciertas imágenes inquietantes, pero nunca abandonada la confianza de que se tiene todo bajo control, o al menos con el deseo de que la realidad no provoque hinchazones en el espíritu, y mucho menos desazón en el alma. El cuerpo sabe anunciar su estado anímico, sabe demostrar sin maquillaje cuáles son las circunstancias que le corroen. La combinación de madurez, inteligencia, confianza y otras aptitudes no siempre suelen apuntar en respuestas efectivas: las matemáticas y su aparente orden lógico no es materia para el caos del ser humano, menos cuando intervienen otras manos y otras voluntades, así sea en contra de los propios deseos individuales.
II
Y, ¿qué es la certidumbre? Muchas han sido las ocasiones en que se creía tener el control de todo, a punto de poner el último ladrillo en la construcción, cuando vientos traicioneros e inesperados se encargaron de mandar todo simplemente al infierno. La certidumbre no puede medirse por el palpitar del corazón, mucho menos por el brillo de la mirada que está en paz con su propia humanidad. La certidumbre queda a expensas de susurros en la oscuridad, de tropezones provocados por alguien que está ahí, agazapado, esperando el momento que lo podrá dejar en paz, como adicto incontenible a una droga invisible que se obtiene de la sangre de otros, de las lágrimas de algunos, de la pesadumbre de unos más. Sí, así pareciera que es.
III
Entonces, ¿para qué es la esperanza? ¿Acaso para medio mascullar algunas palabras de consuelo que intenten justificar lo mucho que hemos olvidado y echado a perder? Estos son días en donde los corazones intentan sacudirse el odio y la desconfianza. Vivimos días en donde un pobre imbécil puede decir "lo siento" y hacer explotar dos granadas contra grupos inermes e inocentes que lo único que deseaban era robarle al tiempo un poco de alegría. Días en donde no están los que decían estar. Días para probar la madera de la que se está hecho, escupir el aire y andar con desparpajada liviandad.
IV
Ahí cabe la esperanza. En la despreocupación voluntaria de saber que de nada sirve hacer arder los pulmones y masticar piedras al rojo vivo. De nada, lo único que se logra es mera soledad y más pesadumbre. La esperanza debe mantenerse fresca como el baño frío por las mañanas, en donde el cuerpo tirita con luenga felicidad, con una inocultable placidez ante la extravagancia y el decidido afán por querer tener en la boca la capacidad para volver a inventar nombres y palabras.
V
Por eso, y mucho más, es que ciertos días, como el de hoy, es preferible dejar que los dedos bailen su danza con picardía sobre un teclado callado pero receptivo. De nadie es la culpa, a nadie se culpará. Es, digámoslo rápido, un ejercicio exculpatorio, con el decidido empuje de que uno debe llegar de nueva cuenta a casa con la espalda libre, sin la huella absurda de cargas ajenas. Ya es mucha la mierda que anda libre como para que encima uno la lleve al terreno de la intimidad. Ahí es mejor darle la oportunidad a nuevas aventuras, al siempre disfrutable encanto de inventar nuevos besos en la misma boca amada de siempre; iluminarse la mirada con las mismas lunas atrapadas en los ojos de siempre, los ojos de quien uno ama.
VI
La mejor enseñanza que han arrojado estos días es no dejarse robar por nadie ni la esperanza, ni la dignidad. Para algunos, ésos son términos que se pueden regatear al mejor postor, incluso hasta su propia devaluación: cada quien sabe el costo de la vida según el mercado en el que ésta se venda o se compre. Lo demás quedará como mero recordatorio o para el anecdotario. Por fortuna, son los tiempos precisos para volver a las aguas de la filosofía, reunirla entre las manos y beberla toda ella. No importa que haya atragantamientos: es mejor, mucho mejor, que quedarse completamente seco por dentro y por fuera. Sí, vaya que lo es.

Comentarios, quejas e invitaciones para trabajar a: davidguerrero.lemus@gmail.com.

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