Apreciación del Arte

El viernes me encontré con un amigo. "A" es un muchacho a quien conocí hace un año a través de gente que me habló de su talento para pintar. Me dio gusto verlo en una exposición colectiva en la preparatoria donde estudió, acompañado por cuadros de otras personas que llevaban bodegones, paisajes y reproducciones muy conocidas de diferentes artistas (lo que suelen llamar pintura "comercial"). "Los míos son ésos", me dijo. "Son copias de ‘L’", pintor local del que me reservo el nombre y de quien confesó quiere seguir los pasos. "Es que es el estilo que más o menos me gusta". Eso me hizo pensar en el proceso creativo de quienes comienzan una carrera.

Copiar o no
La verdad es que siempre reproducimos lo que vemos, leemos o escuchamos. Creo más en la honestidad de "A" que en quienes inician y ya aseguran "no dejarse influenciar" de nadie por sentirse "originales". Un maestro me explicó alguna vez que "las ideas no se ocurren, se trabajan" y entonces habló de la importancia de informarse, de aprender de todas partes, de observarlo todo como un modo de vida. De esta manera, puedo entender que reproducir obra de artistas conocidos o simplemente admirados, no tiene ningún problema -siempre y cuando no se intente comerciar con esos trabajos-. "Aún no defino qué estilo voy a tomar, pero me gusta algo así, como esto que hace ‘L’", me dijo "A".

Ampliar la visión
Alguien me dijo un día que cada que leía Pedro Páramo, de Juan Rulfo, le daban ganas de ser escritor. Y es que escribir una obra como ésta, seguramente fue una aventura para el autor, proceso del que nos hacemos una idea cada que leemos la novela. Lo mismo sucede con algunos pintores. Querer ser como alguien, admirarlo y conseguir una obra como la que realizó, es parte del proceso creador. Incluso, conocer el trabajo de muchos, abre la visión y ofrece elementos para elaborar una pieza artística, con un poco de éste, algo de aquél, una parte de lo de allá y algo de los recuerdos personales.

Atreverse a hacerlo
Me puso contento saber que "A" ingresó, poco después de que nos conocimos, a la escuela del Instituto Cultural Cabañas y que allá sigue, aprendiendo de artistas que vale la pena conocer. Entonces él contaba con una inquietud que luego decidió convertir en un oficio. Lo importante era no quedarse con las ganas de acercarse, con ese "hubiera" que nos atormenta muchas veces, por no preguntar cómo y por no atrevernos a ser (hacer) lo que deseamos. Si usted, lector-espectador está cerca de una persona que considera con talento para dibujar o pintar, o si usted lo tiene, no lo piense dos veces y acuda a un taller. No hay nada peor que quedarse con las ganas y un "hubiera" en nuestra plática cotidiana.