McLaren firma a uno de los ''cerebros'' de Red Bull

GUADALAJARA, JALISCO (13/OCT/2013).- Red Bull tiene una fuga que puede traer consigo importantes consecuencias para el equipo a medio largo plazo. Según desveló ayer Auto Motor und Sport: Peter Prodromou, su jefe de aerodinámica, se incorporará a partir de la temporada 2015 a McLaren, donde ya trabajó anteriormente desde 2000 y hasta 2005 bajo el mando de Adrian Newey, que después se lo llevó con él a la escudería austriaca y le convirtió en su mano derecha. El ingeniero londinense tiene contrato en vigor hasta finales de la próxima temporada, de modo que seguirá trabajando en el RB10, el prototipo que Red Bull pondrá entonces en pista, aunque probablemente le deje al margen de los proyectos futuros.

Esta es la contundente reacción de McLaren a la que viene siendo su peor temporada en los últimos 20 años, una sacudida considerable si se tiene en cuenta que no es para nada habitual que la marca de Milton Keynes permita que le roben a sus cerebros. “Ha sido un elemento muy relevante y ha tenido mucha importancia en el éxito que hemos tenido hasta ahora. Obviamente preferiría que se quedara pero sólo puedo desearle lo mejor”, opinaba ayer Sebastian Vettel. “Estas cosas pasan en la F1”, añadió Mark Webber, su compañero.

McLaren se enfrenta a sus fantasmas, a terminar el Mundial sin que ninguno de sus pilotos se suba una sola vez al podio, algo que no ocurría desde hace más de 30 años (1980); al hecho de perder su principal patrocinador (Vodafone); y a convertirse en el tercer cliente por orden de prioridad de Mercedes, su suministrador de motores, tras anunciar que a partir de 2015 volverá a equipar propulsores Honda. La semana pasada, Martin Whitmarsh, director de la escudería, aseguraba estar reforzando el departamento técnico de su formación aunque no quiso dar ningún nombre. “Hemos reclutado a nuevos empleados para fortalecer algunas áreas concretas. Alguno de estos nombres saldrá en los titulares”, dijo entonces. Prodromou es la primera respuesta a aquel interrogante, aunque puede que esta sorpresa no sea la última.