Allá en la fuente

¿Cómo ves?, que ayer el diputado federal, Raúl Alejandro Padilla, alias “Rapo”, se pronunció ardorosamente en favor de su cuatachón, el ex presidente rojinegro, Fernando Acosta.

Nos hizo sentir que era un tipazo, una finísima persona, un “gordito” encantador. Es más, uno de esos amigos de los que ya no hay; todo esto, defendiéndolo de los feos comentarios de La Volpe.

No dejamos de acordarnos de cuando el capellán de la Plaza México, en los años setenta, se presentó con el entonces empresario, el doctor Alfonso Gaona, a pedirle de favor que incluyera en el cartel del domingo a un “muchachazo” huérfano, que atendía a su madre, cuidaba a sus hermanitos, limpiaba la capilla de la Plaza y planchaba los ornamentos del padre, con la firme convicción de que esto le daba merecimiento para estar en un cartel.

El doctor Gaona le contestó que le trajera a uno que hubiera matado a su padre, golpeado a su madre y abandonado a sus hermanitos, pero que se le arrimara al toro, que a ese sí lo ponía en el cartel.

Como que Acosta debió haberse apuntado de yerno, suegro, cuñado o algo así, pero de presidente uno que se arrime y no haga gestos.