Un texto para disfrutar y dar gracias

GUADALAJARA, JALISCO (19/MAY/2014).- Para acercarse a la naturaleza propia de lo familiar y cotidiano se requiere más que ingenio simple, mucho mejor si la sensibilidad se une a una calidad desenfadada para la utilización del lenguaje y la sencillez no exagera su tono de ironía eventual; además, si lo que se narra nos brinda la impresión de cercanía y autenticidad, estamos de cara a un relato disfrutable, como en el caso de los textos que integran “Crónicas de familia” (Salto Mortal, 2014), el más reciente libro de Carlos Enrigue, en el que reúne columnas y artículos publicados entre 1998 y 2002, pero que, modificados, llegan al lector con frescura y candidez engañosa, una mezcla que funda su agrado en el humor.

El volumen es también una galería de personajes en la que algunos aparecen de modo intermitente, como ejemplo o protagonistas de historias (muchas de ellas tratadas en sabroso tono anecdótico) breves en donde, de un modo u otro, resalta la condición de asombro y extrañeza de quien cuenta las cosas, una mirada que combina la experticia de los años con la sorpresa que producen las novedades tecnológicas, la variación de las costumbres y quienes —como el Tío Tolito— nos dejan ver cómo la vida puede acometerse con optimismo a pesar de lo poco que apuesten por nuestras habilidades.

De este modo, “Crónicas de familia” resulta uno de esos libros que gana su unidad en virtud de mantener su aparente desparpajo a pesar de la cuidada prosa; en este sentido, quizá la característica más notable del estilo de su autor, más allá del cuidado, sea la amenidad.

Aquí la cuestión es que Enrigue recupera justo lo contrario de lo que pasa con muchos autores que practican una escritura con la espesura de la melaza, en sus crónicas y retratos es capaz de evocar e invocar la imaginación con el ejercicio del comentario justo, la duda irónica y exenta de retórica, el abanico inmenso de la expresión popular que, lejos de ofender, resulta encantadora para el oído y la reflexión oportuna.

Por todo esto, bien vale la pena asomarse a estos textos que, como el mismo autor consigna, ayudan a congraciarnos con la idea de que todos tenemos “más o menos los mismos gustos y problemas”.

Finalmente, vale decir que “Crónicas de familia” no es sólo una lectura provechosa, divertida y para dar gracias, es asimismo una publicación más que decorosa con el que la editorial tapatía Salto Mortal demuestra buen gusto, seriedad y profesionalismo.