Santiago Lomelín atrapa al Degollado

GUADALAJARA, JALISCO (10/ENE/2013).- Para contar el concierto de Santiago Lomelín lo primero que debe decirse es que es un tapatío de 20 años de edad que se pone nervioso cuando toma el micrófono y se dirige al casi lleno Teatro Degollado que festeja cada una de sus ocurrencias como lo haría con las gracias de un niño. También habría que decirse que frente al piano negro, serio y circunspecto pero con movimientos hieráticos, este joven prodigio deja ver una solvencia técnica que ha ensamblado con años de preparación y que logra enganchar de inmediato a la concurrencia.  

El recital que ofreció Lomelín, y que comenzó en punto de las 20:00 horas, fue un éxito que se hizo ostensible cuando el recinto entero se puso de pie para festejar Rapsodia Española, de Liszt, que el tapatío ofreció para terminar con el programa dispuesto, aunque después decidiera regresar con el mismo empuje del principio para culminar la noche con dos piezas más de Chopin y de Listz.

El concierto arrancó con Sonata en do menor Hob 16/20, de Haydn. Siguió Sonata en Si bemol menor Op. 35, de Chopin, para después dar paso a Nocturno en Si Mayor Op. 32 No. 1, también de Chopin. Antes de abordar cada tema, Lomelín ofreció una explicación al público del porqué de la pieza escogida y la importancia que para él tiene.

Previo a comenzar el concierto, entre los pasillos del Degollado, algunos presentes destacaban el buen gusto del programa trazado por el pianista. Mientras tocaba, algunos se abandonaban al placer de escucharlo con los ojos cerrados y la cabeza ladeada. Una vez que terminaba, parpadeaban como si hubiesen sido remecidos con furia.

Al ser testigo de su propia timidez, Lomelín dijo al público: "Es la primera vez que hablo, así que..." Y le festejaron con aplausos y risas de aprobación.

Cuando el concierto se acercaba al final, Lomelín se dirigió al público para decirle que la última pieza la aprendió hace dos días y anteriormente había sido una reiterada petición de su madre como regalo de cumpleaños. Nunca cumplió el gusto hasta el primer concierto del Teatro Degollado en 2013 que dejó un aroma de satisfacción en el recinto.

EL INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI