Nekrópolis propone una reflexión ante la violencia

GUADALAJARA, JALISCO (04/OCT/2013).- Tres cuerpos exánimes están acostados boca arriba en el techo de un automóvil amarillo. A unos metros del coche se encuentra otro cuerpo, tirado sobre el piso. Todos están envueltos por bolsas de plástico negras que les llegan hasta las rodillas. De repente, uno comienza a desenrollarse. Y luego otro. Y otro. El que despertó saca a otro más de la cajuela. Los que han recobrado la movilidad se ponen una máscara. Encienden el coche. Salen la mitad del cuerpo por las ventanillas. Gritan.

La puesta en escena Nekrópolis, de Beto Ruiz, se presentó en el Foro del Laboratorio de Arte Variedades el pasado jueves a las 21:00 horas. Aunque al final de la obra los presentes se mostraron satisfechos, pues sólo durante algunos momentos los diálogos de los personajes no se escuchaban con claridad, cuando la lluvia arreció y la fila esperaba ingresar al inmueble, algunas personas se dijeron inconformes.

La obra, que intenta aprovechar la dramaturgia crítica y creativa, cuenta la historia de cómo un presunto grupo terrorista llamado "ESTIRPE" se dedica a desenterrar cadáveres y por esta actividad sacuden a buena parte de la sociedad brasileña.

Sin embargo, los responsables de la "violación de sepulturas y la sustracción y profanación de cadáveres" lo que quieren es desenterrar los crímenes impunes causados por la negligencia e incuria gubernamental. También se critica a la sociedad de consumo que ha acabado con la dignidad humano, trocándola en un confort estéril.

En el montaje, los personajes reflexionan ante la muerte de una persona debido a la pobreza imperante en las favelas de Brasil, la frialdad y la sed de sangre de un niño adicto a los videojuegos de violencia, y la sorpresa de una persona al encontrarse cadáveres desenterrados afuera de un centro comercial.