Domingo, 19 de Enero 2025
Cultura | Exponen ''Hay más rutas que la nuestra''

Muestran relación de Rufino Tamayo con la modernidad

Exponen ''Hay más rutas que la nuestra'' en el Museo Tamayo Arte Contemporáneo

Por: NTX

La exhibición se complementa con algunas de las más recientes incorporaciones al acervo del museo. ARCHIVO /

La exhibición se complementa con algunas de las más recientes incorporaciones al acervo del museo. ARCHIVO /

CIUDAD DE MÉXICO (08/MAY/2013).- Obras de Joan Miró, Francisco Toledo, Günther Gerzso, Vicente Rojo, Mathias Goeritz, Rufino Tamayo, entre otros, además de piezas históricas que forman parte de la colección del Museo de Arte Prehispánico de Oaxaca, que el artista donó en 1974, integran la exposición "Hay más rutas que la nuestra. Las colecciones de Tamayo después de la modernidad".

La muestra que abre esta noche en el MuseoTamayo Arte Contemporáneo, de esta ciudad, surge de la propuesta de crear nuevas líneas curatoriales que tomen como punto de partida las diferentes colecciones conformadas por el artista oaxaqueño, explicó en rueda de prensa el curador Willy Kautz.

Destacó que la exhibición se complementa con algunas de las más recientes incorporaciones al acervo del museo (2011), como obras de Francis Alÿs, Carlos Amorales, Teresa Margolles, Jonathan Monk y Wolfgang Tillmans.

"Estas nuevas adquisiciones y una de las reflexiones que hace la exposición, es cómo estas nuevas introducciones nos permiten releer la colección original del museo", señaló.

Destacó que el título de la exposición se desprende de la postura de Tamayo en torno a la creación artística como concepto universal.

Su colección de arte, así como su museo en la Ciudad de México, empujaba hacia un contexto internacional para que el público pudiera acceder a las grandes obras de arte del ámbito contemporáneo.

Refirió que esta propuesta era contradictoria a la afamada consigna del muralista David Alfaro Siqueiros, quien, en su momento, manifestó "No hay más rutas que la nuestra", en plena alusión al movimiento de la Escuela Mexicana, donde prevalecía la idea de un arte único que negaba otras tendencias.

"El nombre de la exposición retoma dicha consigna y la transforma bajo la visión internacional de Tamayo para mostrar que, efectivamente, Hay más rutas que la nuestra", mencionó.

Recordó también que Tamayo en realidad rompió con la Escuela Mexicana, tuvo alguna participación, "pero aquí lo que queremos es pensar en el Tamayo que tuvo la visión internacional y plural, que aceptaba muchas definiciones de arte y le molestaba esa visión unidireccional de Siqueiros", dijo.

El vínculo, agregó, que ese está creando es cómo Tamayo propone una visión universal, desde la recuperación de una cosmovisión de las culturas antiguas y si aprecian a muchos de los contemporáneos que se exhiben, son artistas que miran al pasado y recuperan estéticas antiguas y proponen desde la modernidad una cosmovisión, es decir, una visión total y simbólica del mundo.

Así, subrayó, la exposición conformada por 22 artistas y 35 piezas, refleja el quehacer del museo internacional fundamentado en la necesidad de construir "internacionalidad" dentro del circuito local. "Se trabaja pues, con la idea de que lo internacional no es necesariamente lo extranjero, ya que la producción nacional también habla un lenguaje global", señaló.

A la par de "Hay más rutas que la nuestra", se presenta también la exposición "Ciclorama", cuyo eje central es el paisaje, uno de los temas que más se ha representado, politizado e intervenido en la práctica artística.

Según Andrea Torreblanca, el título de la muestra se retoma del invento del pintor irlandés del siglo XVIII, Robert Barker, quien en 1787 creó un edificio circular que contenía una pintura monumental de un paisaje para ser visto como espectáculo.

La pieza rodeaba 360 grados al espectador y producía en éste la impresión de estar inserto en el contexto físico del paisaje propuesto.

Destacó que la exhibición, presenta el trabajo de los artistas Salvatore Arancio (Italia), Elena Damiani (Perú), Haris Epaminonda (Chipre), Cyprien Gaillard (Francia) y Matts Leiderstam (Suecia), quienes comparten la estrategia de apropiarse del pasado a través de copias de pinturas clásicas, manipulaciones de grabados antiguos, collage de fotografías o citas, alusiones y referencias a la historia.

Asimismo se interesan por lo que revelan las imágenes en el presente y cómo la mirada se aproxima a este pasado desde un discurso actual.

De acuerdo con la curadora, con el invento de instrumentos ópticos como el telescopio y los binoculares la mirada comenzó a cambiar y el paisaje se vio afectado por el crecimiento de la industria, edificaciones cada vez más altas y horizontes muy distantes a aquellos del campo y la agricultura.

Comentó que el paisaje ha sido relacionado con temas como la expansión imperial, las teorías sobre la formación de la Tierra, la botánica y la biología, no exento de tintes sociales, religiosos y políticos.

Basado en esta experiencia, agregó, se puede observar cuidadosamente cómo las diversas representaciones del paisaje han tenido un impacto en la manera de percibir al mundo; por lo que las obras de la exhibición evocan al paisaje desde su origen como género (siglo XVII) hasta la deconstrucción de un paisaje posmoderno, abstracto y atemporal, que incluyen la representación inmaterial y teórica del mismo.

En el mismo espacio museístico, se presenta "Floor of the Forest (El suelo del bosque)", un performance-escultura que forma parte del amplio repertorio de piezas creadas por Trisha Brown.

La pieza, reúne varios de los intereses fundamentales de su práctica: movimientos basados en tareas cotidianas, como vestirse y desvestirse, realizados en una posición horizontal, y modulados por la fuerza de la gravedad.

A través de una estructura de metal, dentro de la cual se arma una retícula de cuerda, cuelgan piezas de ropa de diversos colores; mientras que un par de bailarines recorren la malla de cuerdas vistiéndose y desvistiéndose con las prendas disponibles, otorgándole un nuevo sentido a esta actividad cotidiana.

La obra curada por Julieta González, se activa con la intervención de los propios bailarines, sin embargo, la estructura es concebida como una escultura mientras permanezca inerte.

Las tres muestras forman parte del programa curatorial 2013, propuesto y llevado a cabo por el equipo de investigación del Museo Tamayo.

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