Mano a mano poético

GUADALAJARA, JALISCO.- “Es el más estricto de la literatura hispanoamericana del siglo XX, además de receptivo a los que estábamos haciendo camino; esta ocasión es como una especie de eslabón honroso, una conversación íntima pero pública” aseguró el poeta Luis Vicente de Aguinaga, al referirse a su homólogo literario David Huerta.

Dentro del marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en el Salón de la Poesía se llevó a cabo la lectura de poemas de Huerta, en la que Aguinaga lo presentó con una carta con tintes literarios. 
El poeta tapatío, quien portaba una camisa en la que decía “Chapultepec sí, pero no así”, se refirió a Huerta como un “manojo de nervios”, ya que “es como un órgano del tacto cada palabra en su poesía y el tacto es un asunto de la piel”, aseguró. 

Asimismo, explicó ante el pequeño pero fructuoso auditorio que la poesía de Huerta “es enumerativa y acumulativa a la percepción del lector, puesto que ninguna de sus palabras excluye los sentidos y buscan repetir una caricia y así, procurar un estremecimiento”.

Ante la apreciable presentación de su compañero literario, David Huerta dijo que ésta “tiene un trasfondo: la amistad que es una conversación íntima”. Y la presentación de Aguinaga procuró precisamente la amistad. “Lo que tenemos en este momento, es una conversación íntima frente a un auditorio”, aseguró Huerta.
En el poema El niño que es padre del hombre, leído por su propio autor, Aguinaga reconoce a un Huerta padre, pero también hijo, ya que al ser el hijo del conocido poeta mexicano Efraín Huerta, lleva en su apellido, además de en su poesía, el tinte de éste, ya que “refleja en su poesía, su experiencia como poeta al igual que como hijo”, dijo Aguinaga.