Miércoles, 04 de Diciembre 2024
Cultura | Los anteojos de Baskerville

Las industrias culturales y el mercado

Carlos Lara G.

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO.- Las industrias culturales son todo menos algo debidamente entendido dentro de la administración pública de la cultura. El estudio realizado por Ernesto Piedras en nuestro país concibe, por ejemplo, solo las industrias protegidas por el derecho de autor y deja fuera la artesanía, la moda y otras economías creativas consideradas en otros países. Es el caso del Reino Unido, que agrupa dentro de sus industrias culturales el futbol, mientras que Francia incluye la moda y Estados Unidos el entretenimiento.

Lo anterior tiene que ver con la falta de discusión de esta actividad en el seno de la academia, que es de donde tendrían que devenir las definiciones y los conceptos. Y es que mientras Francia, Canadá y el grupo francófono que desde la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ( UNESCO) impulsa la idea de que las industrias culturales deben considerar no solo los bienes y servicios culturales promovidos por el mercado sino también los productos generados por el conocimiento tradicional y las diversas manifestaciones culturales, Estados Unidos va en sentido contrario, pregonando que no hay más industrias que la industrias del entretenimiento.

Por otro lado, y como bien ha venido señalando el especialista colombiano-español Martín Barbero, en la actualidad cualquier objeto de estudio que no esté formado por planos, disciplinas y ejes diversos es incapaz de servirnos de muestra para representar mínimamente algo con relevancia social. Esto nos lleva a hablar de política, de comunicación y de cultura, de políticas del sector público en todos los órdenes de gobierno.

La escuela de Frankfurt nos dejó la mala escuela de confundir las industrias culturales con la pura elaboración y legitimación del mercado, de tal manera que el concepto de industria cultural terminó por incorporar e impulsar a la industria como una mera transformación del mercado. En la actualidad podemos ver que las industrias culturales viven, por una parte, la obsolescencia cada vez más rápida del mercado y prueba de ello es lo perecedero del diseño de sus bienes y servicios, diseñados para durar menos, en contraste con las culturas, cuyo origen y desarrollo está hecho para permanecer.

Por esa razón, una primera aproximación al estudio de esta actividad creativa es que la cultura no puede ser medida por la temporalidad hegemónica del mercado. La industria cultural necesita ser pensada de nuevo, es verdad, particularmente en América Latina, donde se está desarrollando una industria independiente en el terreno de la música, el teatro, el cine, el diseño, la artesanía, etcétera. Es necesario repensarla en términos de una sostenibilidad cultural, es decir, considerando las dimensiones temporales conflictivas de las diferentes culturas, por una parte, y las características de sus diversos bienes y servicios culturales, por otro lado. Una sostenibilidad cultural generadora de industrias sin chimenea.

El hecho de que en la gran mayoría de los países del mundo tanto el humanismo, la literatura y la cultura en general hayan pasado a formar parte central del ocio
y del tiempo libre, es muy lamentable. No solo porque se delegó con ello a la industria del entretenimiento la tarea de interpretar la realidad, sino porque se renunció al mismo tiempo a los indicadores socioculturales y se comenzaron a adoptar los criterios economicistas en la valoración de la cultura. Es éste el punto central de la compleja relación entre las industrias culturales y el mercado.

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