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Cultura | Ramiro González, joven diseñador, crea un mural con más de 10 mil corcholatas

''El templo de la cumbia'', una ofrenda hecha corcholata

Ramiro González, joven diseñador, crea un mural con más de 10 mil corcholatas donde representa a la cultura popular mexicana

Por: EL INFORMADOR

El diseñador Ramiro González tardó tres meses en su obra.  /

El diseñador Ramiro González tardó tres meses en su obra. /

GUADALAJARA, JALISCO (27/SEP/2013).- Las corcholatas como arte. Es la visión que el diseñador Ramiro González proyectó luego de reunir más de 10 mil corcholatas con el propósito de crear un mural que representara parte de la cosmovisión huichola y los elementos más característicos de la cultura popular mexicana, como lo es la Lucha Libre, las serpientes, el peyote y la planta gobernadora que florece en el desierto.

Luego de tres meses de trabajo, Ramiro colocó la última corcholata de la instalación que ha denominado "El Templo de la Cumbia", el cual puede apreciarse en la entrada principal interna del bar El Sonidero, ubicado en el Centro Histórico de Guadalajara, sitio en el que precisamente el género cumbiero es el ritmo que cada noche reúne a decenas de tapatíos que gustan del baile y el folclor mexicano.

Ramiro González, que también es promotor cultural del Colectivo San Pancho de Nayarit, explica que esta expresión visual no fue una tarea tan sencilla como se pensaría al ver el séquito de corcholatas pegadas con silicón a la estructura de un portalón que conduce directamente hacia la barra principal del bar.

El diseñador, también especializado en la creación de joyería contemporánea, detalla que la distribución de corcholatas puede compararse con el sistema de color empleada en las imágenes digitales, en donde los pixeles de un solo esmalte, logran formular siluetas cuando se combinan a otras tonalidades. Aunque Ramiro ya había trabajado con la corcholata en la creación de otras instalaciones artísticas -como en el bar La Fichera-, en esta ocasión, la limitada variedad de colores de las tapas metálicas, fue otro aspecto que se tendría que acondicionar para definir cada una de las formas plasmadas en relieve.

En los pilares principales se aprecia una emulación a las míticas máscaras de los luchadores mexicanos "El Villano" y "Blue Demon", seguidas de unas nacientes flores coloradas, así como una silueta que recuerda a las velas colocadas en los santuarios.

"Como todo templo, debe tener su lugar de oración, esto no trata de reflejar ni recordar a ninguna secta, no es un lugar religioso, pero aquí la gente se junta con un motivo y el baile hace que se genere una comunidad, como si fuera una misa para bailar".

En los muros laterales, Ramiro ideó dos diseños que representan "La oración hacia el universo, el cielo y la tierra. Hay una 'S', que es como un espiral de dos puntas y unen los opuestos de arriba y abajo, desde una perspectiva dimensional, de donde salen cuatro espirales que van hacia los cuatro puntos cardinales. También hay unos triángulos que van en orden descendente y reflejan el movimiento de las serpientes al andar, el flujo de la buena vibra".

Al centro del mural están dos ojos en forma también en forma de espiral, pues a considerar del diseñador, "los ojos son una ventana de adentro hacia fuera y viceversa, para reflejar la transparencia del ser", en este mismo punto, Ramiro hizo de la corcholata un objeto capaz de manipularse a su antojo, pues el creativo desarrolló un "tercer ojo, que refleja el punto de la creación, la imaginación y los sueños, de aquí se desprende un árbol -inspirada en la planta gobernadora- que crece en el desierto y donde crece el peyote".

De esta forma, Ramiro González, también manifiesta una profunda conexión con su hermano Álvaro, quien ha sido pieza fundamental para concretar sus peculiares instalaciones.

"Lo que quiero con este mural es que la gente tenga su propia interpretación, que encuentre sus significados y desarrollen la imaginación".

FRASE

"Que la corcholata no sea una basura, sino un material para crear arte". Ramiro González, artista.

Vísitalo

El Sonidero // Ubicado en calle 8 de Julio 162, entre Madero y López Cotilla, en el Centro Histórico de Guadalajara.

EL INFORMADOR / NORMA GUTIÉRREZ

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