Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | Por: Dolores Tapia

El sentido que nos toca

El hacer de los generales

Por: EL INFORMADOR

GUADALAJARA, JALISCO (27/OCT/2011).- ¿O soy yo o la realidad nos pide a gritos poner en el acento ahora sí de verdad en lo humano? ¿Qué tanto reflexionan los artistas sobre la importancia o impertinencia de su quehacer entre la sociedad que los contiene y a la cual pertenecen? Siempre lo dije, predicamos con el ejemplo. El fondo es forma, todo es mensaje y si no hay mensaje, que por lo menos exista educación. La educación, ese tema tan traído y tan llevado, tan puesto y dispuesto y que la verdad, no queda claro si lo entendemos. Pero, quiero destacar un enorme ejercicio teatral educacional que apuntó para todos los frentes y que hizo reverencia a un proceso absolutamente humano, que por su naturaleza trastocó la vida (si no de todos) de la gran mayoría de los actores y creativos que estuvieron involucrados en La Banda del General, una puesta en escena auspiciada por el programa de Alas y Raíces a los Niños y dirigida en nuestra ciudad, por dos actrices; Circee Rangel y Karla Constantini, quienes en más de una ocasión me compartieron su proceso.

Ellas trabajaron durante meses con “niños en condiciones difíciles”, ya que ambas se han interesado en un “teatro social y dedicado mayoritariamente a los niños y niñas”. Desde que conozco a Circee, cuando no está metiendo la aguja está sacando la hebra, le cueste y lo que le cueste (y la verdad sí le cuesta). En fin. Ambas actrices se lanzaron y no supieron cómo, pero fueron buscando camino. Sobre el asunto, Rangel destacó que habían trabajado con niños de escuelas diversas pero nunca con pequeñitos de un albergue. Sí, de un albergue. El grupo se llama La Banda de Villas y el trabajo se presentó dentro del Encuentro Nacional de Teatro Hecho por Niños y Niñas. Pero estos niños y niñas, los de La Banda del General, han hecho del dolor, el enojo y la desconfianza el pan suyo de todos sus días. En el caso de La Banda del General, los pequeños ni tienen familia, ni sabían qué era el teatro (y seguramente ni les importaba) y el reconocimiento y la autoestima es algo que básicamente desconocían. No así en niños, digamos “normales”. Así pues, Rangel y Constantini los pararon en un Teatro Degollado, unieron los engranes para que ellos (el futuro de esta sociedad) se permitieran confiar en sí mismos, en los otros y han descubierto con el teatro un puente saludable para comunicarse con los otros y consigo mismos. Lo que sí sucedió durante los meses de trabajo y en el teatro, me atrevo a decir, es la curación de una fractura potencial de los seres más indefensos de este país. Y provocar estas situaciones, es lo que deberíamos hacer todos, aunque nos cueste.

dolorca@hotmail.com, eljuguetero@live.com.mx

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