Sábado, 23 de Noviembre 2024
Cultura | A través de una pasarela gastronómica

El Bicentenario toma sabor en vestidos comestibles

Celebran el Bicentenario y Centenario de México con un desfile de vestidos hechos a partir de elementos tradicionales de la cocina del país

Por: EFE

Una modelo luce un vestido elaborado con elementos tradicionales de la cocina mexicana. EFE  /

Una modelo luce un vestido elaborado con elementos tradicionales de la cocina mexicana. EFE /

CIUDAD DE MÉXICO (02/OCT/2010).- La Independencia y la Revolución mexicanas toman sabor a chile, cacao, café y maíz en una pasarela de moda que celebra ambos aniversarios con un desfile de vestidos hechos a partir de elementos tradicionales de la cocina del país.

Un dios maya del maíz, un revolucionario de cananas y escopeta comestibles y una modelo alada que remite al Ángel de la Independencia son algunos de los diseños transformados en realidad por los alumnos de una escuela de gastronomía.

"La temática es México: 200 años de sabor, son trajes mexicanos pero con libertad creativa para el diseño por parte de los alumnos", dijo Jacqueline Arellano, coordinadora de la pasarela que realiza la Universidad del Claustro de Sor Juana, en la capital.

Así, cada alumno escogió un motivo de la Independencia o la Revolución -que celebran doscientos y cien años respectivamente este 2010, conmemorados con grandes fastos en todo el país- y desarrolló el a menudo aparatoso traje que una modelo cargada de paciencia ha de llevar.

"Las alas son lo que más pesa y me cuesta caminar, pero con las ganas de desfilar se te olvida que pesa", explicó Ana Bianca Peralta, un ángel con plumas de maíz a la espalda y la tricolor mexicana dibujada en su pecho con tres variedades de chile. Con el sombrero, el vestido pesa cerca de ocho kilos.

El diseñador, Luis Ángel Moreno, ha contado con una ayuda inestimable que ha sabido convertirlo en uno de los diseños más atractivos: la experta en cuestión acomoda los aretes tricolores de la modelo (hechos con guisantes, alubias y chile) y sonríe a su nieto, que explica los detalles del vestido.

Aunque mezcla motivos de diversas épocas de la historia de México, recuerda poderosamente al Ángel dorado que domina Ciudad de México desde su pedestal en la principal avenida, emblema de una de las metrópolis más pobladas del mundo.

Carla González es a la vez diseñadora y modelo; mueve la cabeza con cuidado porque lleva un complicado sombrero hecho a base de tesón y granos de café. En su falda, un retrato del héroe de la Independencia Miguel Hidalgo, cuyo famoso Grito de 1810 lanzó la insurrección.

Su traje representa, precisamente, la campana que tocó el cura Hidalgo en su llamada a las armas: la campana de Dolores, el pueblo que acogió el momento histórico y al que hoy peregrinan cada 15 de septiembre aquellos que buscan los más puros festejos patrios.

El revolucionario a lo Emiliano Zapata -con un enorme bigote de hoja de maíz- envuelve sus pies en sandalias de nopal (planta de la familia del cactus muy típica en los platos de México) y rafia, fibra usada habitualmente para el empaque de alimentos.

Podría pegarle sin problemas un mordisco a su machete y escopeta, hechos de café, caña de azúcar y especias, como clavo y canela.

El pantalón está elaborado a base de maíz negro -la hebilla del cinturón tiene los colores de la bandera- y es pesado "para simbolizar la fuerza de los mexicanos", según su diseñador, Jorge Linares.

Confeccionar los trajes lleva aproximadamente tres semanas, tras hacerse con los ingredientes y pensar como integrarlos a su diseño; el coste varía con cada vestido, pero puede situarse aproximadamente en torno a los cien o doscientos dólares, de media.

Ésta es la sexta edición en la que se celebra la pasarela, aunque cada año el motivo central sobre el que gira es distinto. Desde hace dos años, funciona además como concurso: los premiados pueden ganar viajes a la playa, cursos y cestas de comida (además de buena nota).

Preparar todo el entramado necesario para el desfile lleva a los alumnos cerca de ocho meses, gran parte de lo cual consiste en buscar los patrocinios y la financiación, que puede rondar los 150 mil pesos (cerca de 12 mil dólares).

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