En un texto que leyó a los presentes, el mexicano resaltó que el ser humano es una criatura que ha evolucionado a través de la sangre, matando a su vecino para obtener más comida, acribillando a la nación para imponer sus creencias o estableciendo violentamente lo que llaman ley. El autor de "La primavera del mal" dijo al auditorio que se debe aprender a convivir con la violencia. Enfatizó que no se puede decir si es algo bueno o malo, pues la violencia está más allá del pensamiento moral. Es natural como el sexo, la comida, la defecación y como respirar. Agregó que a través de un pensamiento victoriano "hemos inculcado un mundo puritano donde la violencia, el sexo y todo lo diferente es maligno. Se ha satanizado estos pensamientos y se impuso una guerra para borrarlos o al menos terminando escondiéndolos debajo de la alfombra". Una de las personas que escuchó la disertación fue el filósofo español Eduardo Subirats, quien alzó la mano y tomó el micrófono para cuestionar a Haghenbeck. -¿Qué distinción existe entre su improvisado discurso y el discurso tradicional fascista que habla sobre la esencialidad de la violencia como expresión culminante del espíritu humano? -le preguntó con voz firme. -Yo no estoy diciendo que la violencia sea buena. Yo estoy diciendo que hay que aceptarla. Si lo que estamos buscando es una plática política, pues no le voy a entrar -contestó Haghenbeck. A la pregunta de Subirats se agregó otra en la que una persona pidió a Haghenbeck citar sus fuentes. Además, le dijeron dogmático. Él respondió: -No soy científico. Soy escritor. Me gusta crear esa polémica. Perdón si les moví. Qué bueno que les moví los sentimientos. De eso se trata. Luego de un incómodo silencio, el escritor Antonio Ortuño, quien formó parte de los participantes de la charla, disintió con Haghenbeck. El narrador argumentó que en un momento en el que todo tipo de violencia aqueja al ciudadano, una de las perspectivas del arte es ir en contra de la aceptación de la violencia. Al final del evento, y gracias a la pregunta de un presente que hizo regresar a los ponentes al tema principal de la mesa, la periodista Magali Tercero afirmó que si un artista insiste demasiado en construir su identidad caerá en el panfleto, traicionando a la esencia del arte. "Lo peor que le puede pasar al arte es volverse panfletario", dijoEl curador Antoine Thélamon insistió en que el artista, al tener diferentes papeles en la sociedad, en el mundo intelectual y artístico, su posición ante un hecho lo condiciona a pensar y actuar. "Su posición en el mundo de las artes no es legitimadora".