Martes, 26 de Noviembre 2024
Cultura | POR MARÍA PALOMAR

De lecturas varias

Vanity Fair tiene una historia respetable desde la segunda década del siglo XX

Por: EL INFORMADOR

María Palomar.  /

María Palomar. /

Vanity Fair es una revista que no nada más es frívola, y no nada más es inteligente, y no nada más trae unos anuncios padrísimos de cosas carísimas, y no nada más tiene a algunos de los mejores fotógrafos actuales. Es todo eso y además muy divertida y con muchas cosas más. Vanity Fair tiene una historia respetable desde la segunda década del siglo XX (empezó a publicarse en 1913). En los años veinte vivió su época de gloria, cuando Miguel Covarrubias produjo centenares de extraordinarios dibujos para la publicación. En 1935 la revista se cerró, víctima de la gran depresión. La misma casa editorial, Condé Nast, la revivió con muy buen tino en 1983, y desde entonces ha seguido publicando números mensuales que por lo general vale la pena comprar.

El editor en los últimos años ha sido Graydon Carter, que ha sabido combinar sabiamente el periodismo serio con el de temas frívolos, los artículos sobre política o historia con crónicas sociales o de las celebridades del cine y demás artes, y las ilustraciones en general —las fotos en particular, tomadas por gente como Annie Leibovitz y Mario Testino— son siempre muy cuidadas y de primera clase. Su cobertura de asuntos como la guerra en Iraq, distintos escándalos políticos o el megafraude del monísimo señor Madoff son impecables por interesantes, bien escritos y documentados. Un par de veces al año sacan números cuasimonográficos, como el que dedican a Hollywood (que sale por abril) y otro con larguísimas listas con datos de los empresarios más importantes (éste se publica en el otoño). También tiene su lista de la gente mejor vestida del mundo, que siempre es divertida, y un magnífico portal de internet y que ofrece buena parte de lo que sale en el número del mes y muchas cosas más (http://www.vanityfair.com/).

El número de agosto tiene en la portada una foto de Angelina Jolie. Ciertamente no está entre las mejores portadas de la revista, que suelen ser buenísimas, mientras que esta señora ni siquiera está idem, porque tal parece que con la edad le han crecido en forma alarmante varias partes frontales, incluyendo los belfos, y se le han sumido los cachetes. Pero bueno: entre los artículos que valen la pena está uno que se titula “La arquitectura en la época de Gehry”, donde un montón de arquitectos importantes votan por las mejores obras de los últimos treinta años.

Está otro, “Aristócratas y demonios”, que cuenta la entretenida y aterradora historia de una familia francesa que fue literalmente secuestrada durante años por un gurú que los despojó de toda la lana. Luego se puede uno enterar de las broncas que traen en Los Ángeles (“La ciudad de los ángeles guerreros”), donde están de pleito los dos principales museos de la ciudad, y que incluye la última entrevista que se le hizo a Dennis Hopper, quien murió en mayo. También vale la pena ver las fotos de la nueva decoración (horrorosa) del piso del modisto Valentino en Manhattan y las del jardín (precioso) de una señora Mellon en Virginia. Otra ventaja: es una revista que rinde mucho; a veces uno no ha acabado de leerla cuando llega el número siguiente, y eso sólo pasa con las buenas publicaciones donde casi todo vale la pena.

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