Miércoles, 27 de Noviembre 2024
Cultura | Francisco Rojas Cárdenas

Apreciación del arte

Arte y delito

Por: EL INFORMADOR

A través del cine tenemos la oportunidad de conocer casos de robos y falsificaciones de obras de arte. Obvio, si eso llega a la pantalla, es porque en la realidad se realiza este tipo de delitos que incluso se dan a conocer en el mundo. El caso que ahora recuerdo, quizás por la fama y porque fue hace poco, es el de El Grito y Madonna, de Edvard Munch, en 2004, piezas robadas a punta de pistola y recuperadas dos años después.

Robo


En el caso antes mencionado, las piezas fueron recuperadas porque no hubo mercado. Es complicado vender obras de arte que todo el mundo conoce. Y como dijo en su momento un agente del Scotland Yard, el Dr. No, no existe. En México, aún no suceden robos de este tipo. Incluso, cuando los "amantes de lo ajeno" entran a una casa habitación, lo que menos se les ocurre llevarse es una pieza de arte, aunque ésta valga más que la casa misma. Eso sí, se sabe que -sobre todo en los años 80- algunos funcionarios públicos se apropiaron de piezas patrimoniales al terminar su administración pública.

Falsificación

La falsificación es una práctica que sí se realiza con más frecuencia en México. Mientras el artista se encarga de crear, muchos copistas reproducen la idea en materiales de baja calidad y venden los objetos como originales. En la nota Jorge Marín, el equilibrista, publicada en EL INFORMADOR (14/08/09), el escultor habla de su experiencia con los falsificadores y de su necesidad de incluso introducir un chip en cada una de sus piezas para demostrar su autenticidad. Esa práctica ya la hacen muchos coleccionistas y artistas en el mundo.

Autenticidad

Es simple darnos cuenta del lugar que tiene México en la falsificación. Nuestro país, China y Rusia están en los primeros lugares a nivel mundial. La piratería es una de las industrias más florecientes y eso se refleja en la cantidad de familias a las que les da empleo. Quizás por esta razón de carácter social no se persigue como delito grave, a pesar de estar bien identificado en la Ley Federal del Derecho de Autor. La piratería llegó al arte desde hace muchísimos años y difícilmente desaparecerá aquí. Sin embargo, un coleccionista se debe apegar a los originales y un cliente se debe proteger, como lo recomienda Jorge Marín, con los promotores autorizados que generalmente se encuentran establecidos en galerías de arte.

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