Domingo, 19 de Enero 2025
Cultura | LIBRE DIRECTO POR JAIME GARCÍA ELÍAS

— ¿Y los libros, 'apá…?

Cayó el telón en la XXIV edición de la Feria Internacional del Libro (FIL). ‘‘Una feria sin estrellas’’, como se había anticipado

Por: EL INFORMADOR

Jaime García Elías.  /

Jaime García Elías. /

Para decirlo sin anestesia: no es que nos gusten los libros; nos gusta la pachanga…

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Cayó el telón en la XXIV edición de la Feria Internacional del Libro (FIL). “Una feria sin estrellas”, como se había anticipado, conforme a que a los fallecimientos —con un día de diferencia— de José Saramago y Carlos Monsiváis se sumaron las disculpas de Mario Vargas Llosa (flamante Premio Nobel de Literatura) y Carlos Fuentes por las “causas de fuerza mayor” que les impedían estar en Guadalajara, fieles a la cita, como en años anteriores. Una feria que volvió a convocar una participación masiva de asistentes, pero a la que en esta ocasión hicieron falta imanes de taquilla.

De la FIL suele decirse que es un festín de la cultura. Lo es, sin duda. Lo ha sido especialmente cuando los países que fungieron como invitados de honor, aprovecharon el escaparate para compartir su riqueza cultural,   principalmente, en el terreno de la música. De hecho, la verdadera fiesta de la Feria, en ediciones pretéritas, no se daba tanto en los pasillos atiborrados de libros, o en los salones en que el atractivo consistía en títulos ingeniosos, maliciosos, seductores, o en comediantes capaces de arrancar, con sólo abrir la boca, la carcajada general, habilitados como intelectuales, cuanto en los festivales artísticos que se realizaban a la salida de la Feria, en la Explanada de la misma. De Brasil, en su momento, por ejemplo, hubiera sido ilusorio que sus editoriales reportaran éxitos de ventas en Guadalajara —máxime que el idioma representa un obstáculo nada despreciable—; de las presentaciones de sus artistas, cantantes y bailarines en la Explanada, en cambio, quedó mucho en la memoria.

La FIL, como evento cultural, es un éxito. Sin embargo, si se pretende —como su nombre lo indica— que los libros sean su verdadera razón de ser, es poco probable que se hayan alcanzado, en los 24 años que lleva de existencia, los resultados apetecidos. No por culpa de la FIL misma, desde luego. En la medida en que hace posible que los libros estén aquí, al alcance de la mano, ella cumple. Quienes quedan a deber son quienes tienen a su cargo la empresa de educar; de fomentar, en una época en que la televisión y la computadora arrasan, el gusto por la lectura.
Padres y mentores, para decirlo pronto.

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Sigue siendo válido el diálogo que se escuchó alguna vez, en los portales de la Presidencia Municipal de Guadalajara, habilitados como escaparates de libros.
—Dice ahí que hoy es el Día del Libro. Yo tengo algunos. ¿Qué crees que podría regalarles?
—Un lector —fue la escueta, contundente, irrebatible respuesta.

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