Los trasplantes que se necesitan en Jalisco sólo se pueden hacer en Guadalajara. En 2021, por ejemplo, se realizaron 639 intervenciones. En enero pasado se donaron seis órganos.Sin embargo, esa cantidad aumentará al menos 25% con la certificación de cuatro hospitales regionales, anuncia Carlos Mata, coordinador de políticas públicas del Centro de Trasplantes de Órganos y Tejidos de Jalisco.Señala que no ven “muy bien” que se impulse una reforma a la ley para que todas las personas sean donadoras, a menos que manifiesten lo contrario. “No es tanto que no haya donantes, sino que hay muy pocas manos en Jalisco y pocas licencias. Por eso tenemos la intención, en esta administración, de sacar lo que llamaremos ‘regionalización de donación’, que es sacar licencias de donación en hospitales regionales de la Secretaría de Salud”.Por ello tramitan licencias ante la Federación para los hospitales de Tepatitlán, La Barca, Ciudad Guzmán y Puerto Vallarta. Esto permitirá que los donantes que no se han generado o se pierden en esos nosocomios, se aborden desde esas regiones. “Porque hay hospitales de referencia que no están teniendo donantes, no porque no quieran donar… no estamos captando a todos como potenciales donantes”.En Jalisco sólo los hospitales de la zona metropolitana cuentan con licencia para donación y trasplantes: 12 son instituciones públicas y 24 son privadas (incluyendo 10 establecimientos que sólo trasplantan córnea).Aunque para algunos toma años obtener un trasplante, para Julio César Vicente Tadeo la espera fue de poco menos de tres años, ya que su hermana le donó el riñón que necesitaba para vivir: “recibir un órgano te cambia la vida”. A 20 días de su boda con Mónica Orozco Macías, en 2016, a Julio le diagnosticaron Insuficiencia Renal Crónica (IRC). Todo comenzó con calambres en todo el cuerpo, por lo que decidió ir al médico a revisarse. Luego de muchos estudios, le dijeron que tenía la enfermedad.“Pensábamos que era como una gripa, que se quitaría con tratamiento, pero no”, compartió Mónica Orozco, su esposa. Los médicos los bombardearon con palabras que no entendían, como la hemodiálisis y diálisis, y con tratamientos que no sabían qué eran, pero sabían que le ayudarían a Julio.Así comenzó su camino por la IRC, entre planes de boda y diálisis, donde Mónica fue la cuidadora. Fue una semana antes de su enlace matrimonial cuando hospitalizaron a Julio en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); un día antes salió y se pudo casar.Luego de unos meses en tratamiento de diálisis, dietas y cuidados, decidieron crear el canal de Youtube Junica IRC, para compartir su experiencia, pero también para aprovechar las habilidades de Julio, quien estudió gastronomía para realizar recetas de platillos diferentes con los alimentos permitidos.Para entonces, Julio ya había intentado tener trabajo para ayudar a Mónica con los gastos, pero el cansancio que le provoca la enfermedad se junta con las idas constantes al hospital. Las redes sociales y el canal en internet le dieron esos ingresos que necesitaba.Luego de un par de años, le dieron la opción de ser trasplantado. Mónica levantó la mano, pero no fue compatible.De acuerdo con Eduardo González Espinoza, titular de la División de Trasplantes y Nefrología de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) del Hospital de Especialidades, la lista de espera para obtener un riñón de un donador fallecido es de hasta 10 años: hay cuatro mil 442 sólo en el IMSS.Para fortuna de Julio, luego de Mónica, su hermana se ofreció a darle un riñón y lo logró, poniéndolo en una lista más corta. Incluso, González Espinoza señaló que en el Instituto a diario se trasplanta un órgano de donador vivo.En mayo de 2019, Julio obtuvo una segunda oportunidad de vida. Volvió a orinar, luego de seis meses sin hacerlo, y a comer lo que le gustaba, como una hamburguesa. Ahora pasó de estar conectado a una máquina, a poder hacer su vida más normal, con sus respectivos cuidados.LA PANDEMIA FRENÓ LA DONACIÓNDesde que comenzó la pandemia de COVID-19 en Jalisco la cantidad de donaciones y trasplantes disminuyó, desde el año pasado ya se comienza ver un restablecimiento.A partir de marzo de 2020, los hospitales se reconvirtieron para atender la emergencia sanitaria, lo que afectó el resto de servicios que otorgan, como los trasplantes de órganos.Por el mismo virus, el Centro Nacional de Trasplantes (CENATRA) recomendó suspender estas actividades, lo que también causó una disminución a la par de que no se aceptaban aquellos donantes que fueran positivos a COVID-19.Carlos Mata, coordinador de políticas públicas del Centro de Trasplantes de Órganos y Tejidos del Estado del Estado de Jalisco (CETRAJAL), informó que en el 2019 hubo 114 donaciones a nivel estatal, y ese año se hicieron 852 trasplantes, pero para 2020 la cantidad bajó hasta llegar a apenas 320.El año pasado comenzó de nuevo el aumento, a pesar de seguir en pandemia, pues se alcanzaron 639. Por ello, afirmó que la intención del Centro es actualizar a los cirujanos de Jalisco para que acepten a los donantes a pesar de tener el virus, pues a nivel internacional se demostró que se pueden usar los órganos, ya que no afecta su funcionamiento.Ahora, según la lista de espera, pueden pasar entre cinco y siete años para recibir un riñón, que es el órgano más solicitado, a veces más como en el caso de Gustavo Zambrano. Él tiene en espera 10 años, pero a finales de este año comenzará con el protocolo para recibirlo.“No es lo mismo que lleves a tu potencial donante, como un familiar, a que esperes en la lista nacional. No tiene que ver lo económico, sino que tengamos donantes cadavéricos. Desde CETRAJAL fomentamos este tipo de donantes”, añadió.TELÓN DE FONDODesde la legislatura pasada, el diputado Enrique Velázquez ha impulsado la reforma a la ley de donación de órganos con la que se aplicaría el esquema de donador universal, con el que todas las personas son donadores a menos que manifiesten lo contrario.Hace dos semanas el gobernador posó en un evento sobre trasplantes de órganos y afirmó que habría un trabajo legislativo para impulsar las donaciones; diputados de Movimiento Ciudadano, del Partido Acción Nacional (PAN) y algunos de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) rechazaron que se votara la iniciativa para quitar obstáculos a las donaciones.Aunque el coordinador de Movimiento Ciudadano, Quirino Velázquez, señaló que antes de votarla se necesita analizar su implementación, no descarta que pudiera ser iniciativa del propio gobernador. En rueda de prensa, el pasado martes el mandatario estatal negó que se esté frenando la iniciativa o que él vaya a presentar una propia. Ante ello, pacientes en espera de un trasplante acudieron este miércoles al Congreso para exigir a los legisladores “descongelar” la propuesta y votarla.“Nosotros no lo estamos viendo muy bien, porque no es que no haya donantes, sino que hay muy pocas manos en Jalisco y pocas licencias”, dijo Carlos Mata, coordinador de políticas públicas del Centro de Trasplantes de Órganos y Tejidos del Estado del Estado de Jalisco (CETRAJAL). Hace 11 años Gustavo Zambrano fue detectado con insuficiencia renal. Notó que algo andaba mal cuando empezó a bajar de peso muy rápido. Nada le dolía, no había nada que le avisara que tenía un problema.“Comencé a adelgazar y cuando iba a comer se me antojaba, pero después me daba náuseas y rechazaba la comida. El doctor me detectó anemia y me mandó a hacer más estudios”, compartió.En ese entonces, trabajaba de mesero en un hotel y en plena jornada laboral le llamaron de urgencia y le pidieron ir a la clínica 46 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) porque sus riñones no estaban funcionando y sus toxinas estaban altas. Ese día le hicieron más estudios y en la noche le dijeron que lo mandarían dializar.Estuvo una semana entre la incertidumbre de saber qué tenía y qué era lo que le hacían, qué era un nefrólogo y un catéter: “Nadie me decía que me iban a hacer. Saliendo del quirófano me dijeron que me tenía que bañar, vi mi panza con el catéter y hasta me desmayé de la impresión. Fue un proceso muy difícil”. Para encontrar una solución, se propuso a buscar un donador y la hubo: su mamá. Pero cuando una luz se acercaba, hubo un accidente en casa de su madre que le ocasionó diabetes y echó para atrás el proceso de trasplante, así que se fue a lista de espera.Pero tiene una esperanza, pues este año, 10 años después de estar en esa lista que parece infinita, comenzará el protocolo de trasplante, lo que significa que ya se encuentra entre los primeros de la lista y pronto podría obtener un nuevo riñón.“Esto (la donación de órganos) cambia la vida, y con la ley que permite que todos los que digan que quieren ser donadores lo hagan, no esperaríamos 10 años. La vida sería distinta a una normal, pero no estar conectados a una máquina te cambia la calidad de vida”, finalizó.Como regalo de cumpleaños, Oswaldo González Mendoza obtuvo un riñón nuevo después de haber pasado ocho años en la lista de espera. Pero también, como una mala broma del destino, cerca de su cumpleaños 21, su cuerpo lo rechazó.Oswaldo enfermó a los 7 años. Dejó de comer, su cuerpo adelgazó, su piel se veía amarillosa y cuando sí comía, vomitaba. Le detectaron insuficiencia renal.Para un niño, hacer dietas y cuidarse por la diálisis peritoneal no fue fácil: “A escondidas me iba a comprar mis churritos, pero las señoras no me vendían porque sabían que yo no podía. Así me aventé seis años”.Un día, probó el menudo, le dio peritonitis y acabó con ese tipo de diálisis: “Tuvieron que cambiarme a hemodiálisis, que está mejor porque puedes comer más cosas y es mejor forma de vida. El problema es que sales muy cansado del tratamiento, con mareos, debilidad y hambre”.Tras dos años así, le llamaron para un trasplante de riñón de urgencia, pues le encontraron uno a un mes de cumplir 15 años.“Me seleccionaron y me aventé como dos meses internado, son cuidados delicados y con mucha precaución. Fue un cambio drástico y bueno, porque se notó en mi alimentación. Al salir pedí unas enfrijoladas, me comí 17 ese día, porque tenía sin comer frijoles lo de mi enfermedad”, recordó.En casa le hicieron un cuarto especial, esterilizado y estuvo aislado casi un año por seguridad, todo para que el riñón funcionara y así fue.Estuvo cinco años y nueve meses con su nuevo órgano, pero la falta de dinero y seguro médico terminó con el sacrificio y de nuevo lo mandó al final de la lista de espera.Sin seguro médico, solventar el medicamento fue casi imposible, pues eso implicaba gastar hasta seis mil pesos cada semana, además de las citas de evaluación mensuales. Aunque hubo quienes lo ayudaron, fue insuficiente.“Me hinché, dejé de orinar y mis presiones eran altas. Yo sentía que rechacé el riñón, hasta que un día iba patinando y me dolía todo, me sentía cansado. Cuando mi mamá me vio me llevó a urgencias del seguro popular y confirmaron el rechazo. Dejé de estudiar y para que mi seguro me cubriera me pedían que estudiara. Uno no valora las cosas hasta que las pierde”, lamentó.Desde entonces, volvió a la hemodiálisis, al doctor, y aunque ha pasado por etapas de depresión, Oswaldo sigue luchando a casi nueve años de esa experiencia.“Ojalá la gente sea consciente de la donación de órganos en general. Cualquier cosa que se pueda, que lo hagan porque es difícil para el enfermo y los familiares. El día que llega un trasplante le cambias la vida al paciente, vuelve a nacer”, expresó. ¿Qué opina de la lista de espera para trasplantes de órganos?Participa en Twitter en el debate del día @informador