La castración química es un procedimiento farmacológico que tiene como finalidad detener la producción de hormonas sexuales masculinas (andrógenas) y así disminuir la líbido y la actividad sexual. También conocida como castración médica, este método es usado en personas acusadas de violación y pederastia, presuntamente imposibilitados para controlar sus pulsiones. Sin embargo, este tratamiento también puede ser usado en pacientes con cáncer de mama y cáncer de próstata, ya que los tumores se alimentan de hormonas sexuales. A diferencia de la castración quírúrgica o emasculación, la castración química, científicamente llamada "terapia de privación de andrógenos", no implica una alteración física del paciente, únicamente "sofoca" la conducta sexual al disminuir los niveles de testosterona a través de los andrógenos que viajan por la sangre. La castración química es reversible, y no causa efectos secundarios. Solo basta con detener el tratamiento farmacológico para que el paciente recupere su normalidad. En cambio, en la orquiectomía se extirpa uno o ambos testículos, lo que reduce permanentemente el nivel de testosterona en el cuerpo. Las mujeres transgéneros optan por este último método. Las hormonas sexuales de los hombres se dividen en dos tipos: testosterona y dihidrotestosterona (DHT). El efecto de la castración química busca impedir que la glándula pituitaria libere la hormona luteinizante, aquella que indica a los testículos que produzcan testosterona. Aunque el primer paso de este tratamiento desencadena la condición conocida como "brote de testosterona", aumento de la producción de esta hormona. Diversos estudios aseguran que no existe ningún tipo de efecto secundario con la castración química. Sin embargo, las personas sometidas a la ingesta de medicamentos de este tratamiento podrían padecer problemas relacionados con enfermedades del corazón, la osteoporosis, ralentización del metabolismo, depresión, anemia y/ o calores súbitos. La castración química, aplicada como método terapéutico, ha sido muy criticada, pues hasta la fecha no hay investigaciones suficientes que demuestren su eficacia en el tratamiento de combatir y reducir los delitos sexuales. Por ello, sólo algunas regiones en el mundo la aplican. Este es el caso de Estados Unidos, donde inscribe a siete de sus estados: Alabama, California, Florida, Georgia, Texas, Luisiana y Montana. Recientemente, el presidente de Perú, Pedro Castillo, alzó la voz para proponer la aplicación de este procedimiento para erradicar la violación. SE