El próximo jueves será 29 de febrero, un día singular por ocurrir cada cuatro años, o mejor dicho, casi siempre cada cuatro años, porque algunas veces ocurre con ocho años de diferencia, un fenómeno poco conocido quizá porque la última vez que fue así sucedió entre 1896 y 1904, y la próxima vez que suceda será en el periodo 2100-2104.El 29 de febrero ocurre en los años bisiestos, que son un esfuerzo por hacer más precisa la medición del tiempo que le toma a la Tierra girar sobre su eje y, a la vez, trasladarse alrededor del Sol, que no es de 365 días exactos, sino de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. Sin el día extra, el año solar terminaría por desfasarse y las estaciones no sucederían en los mismos meses del año, un verdadero lío a largo plazo.Fue en el año 46 a. C. que el emperador romano Julio César incorporó un día extra a febrero, y no por ser el más corto, sino por ser el último del año en el antiguo calendario romano, que tenía la falencia de atrasarse un día cada 128 años.A ese día se le llamó "bis sextus dies ante Kalendas Martias", que significa "dos veces sexto día antes de las calendas de marzo", pues las calendas marcaban el primer día de cada mes, y el 24 de febrero era el sexto día antes de las calendas de marzo. La simplifiación de "bis sextus dies" es el origen de la palabra "bisiesto".Sin embargo, este sistema —conocido como calendario juliano— era mejorable, y en 1582 el papa Gregorio XIII promulgó el calendario que utilizamos actualmente, mucho más preciso, pero que necesita de un día extra cada cuatro años para evitar el desfase, aunque con excepciones en los años centenarios (terminados en 00) que no sean divisibles entre 400. La explicación a esta rareza está en que aún el calendario Gregoriano gana 0.0078 días por año en relación con el año solar real, si no se hiciera ese ajuste, se adelantaría 3 días cada 400 años, por lo que en ese periodo deben eliminarse la mencionada cantidad de días.Como dato histórico, el calendario Gregoriano fue en principio aceptado sólo por los países de confesión católica, los países protestantes siguieron con el calendario juliano hasta el siglo XVIII, Inglaterra, por citar un caso, adoptó el actual calendario hasta 1752, esto causaba que, por ejemplo, viajar de este país a España significaba cambiar de fecha. En un caso aún más raro, Suecia tuvo que agregar dos días bisiestos en 1712, por lo que sus habitantes vivieron un 30 de febrero.