Miércoles, 27 de Noviembre 2024

Una identidad universal

Un vistazo a México y Cataluña en una relación unida por la cultura y el cine
 

Por: Rodrigo Chanampe Guevara

Jaime salvador Valls está entre los catalanes más destacados del cine en México; fungió como guionista de cabecera para Mario Moreno “Cantinflas”. EL INFORMADOR/ ARCHIVO

Jaime salvador Valls está entre los catalanes más destacados del cine en México; fungió como guionista de cabecera para Mario Moreno “Cantinflas”. EL INFORMADOR/ ARCHIVO

El Siglo XX puede identificarse como el inicio de una sólida relación cultural entre México y Cataluña. Quizá, la fundación del Orfeón Catalán en 1906, marca uno de los principios de este lazo. La entidad funcionó, y aún lo hace, como una promotora de las diversas manifestaciones artísticas catalanas en nuestro país.
En lo referente al cine, la Guerra Civil Española provocó que varios realizadores de la península ibérica emigraran para defender su libertad de expresión. Como es sabido, México jugó un papel importante al recibir a los exiliados, entre ellos cerca de seis mil catalanes.

Sin embargo, tampoco fue sencillo para los cineastas adaptarse a sus nuevas condiciones. Los envolvía una pesada nube de nostalgia, casi imposible de disipar. Estaban comprometidos con una España republicana y su aventura no obedecía al simple deseo de probar suerte en tierras distantes.La crisis del veintinueve en Estados Unidos, fue un factor que sumó al desarrollo del cine mexicano, la denominada Época de Oro. Además, los apoyos del Gobierno impulsaron a la industria y esto provocó un primer rechazo a los realizadores españoles. No se veía con buenos ojos que extranjeros se involucraran en un ambiente ya consolidado, pero este sentimiento se difuminó para dar paso al aporte creativo proveniente de Europa.

Es imposible nombrar a la enorme cantidad de catalanes involucrados, de alguna u otra manera, en el cine mexicano. Destacan personajes como Antonio Momplet, guionista de “El corsario negro” (Chano Urueta, 1944). Otro personaje sobresaliente es Paulino Masip, dramaturgo y escritor de guiones para directores entre los que se encuentran Fernando Soler o Juan Bustillo Oro. También resalta Jaime Salvador, quien fungió como escritor de cabecera de Mario Moreno “Cantinflas”. Su valiosa pluma se refleja en diversos filmes, entre ellos: “A volar joven” (1947), “El bolero de Raquel” (1957) y “Sube y baja” (1959).

Entre estas y otras contribuciones españolas, se manifiesta una influencia en el tono melodramático y cómico. Aunque, al mismo tiempo, surge otra vertiente: aceptar la cotidianidad nacional y la representación en la pantalla de un México más verdadero, cercano a la crudeza.

La incorrección política, la búsqueda de un lenguaje fresco y desencadenar en España un cine semejante a la Nueva Ola Francesa, motivó en la década del sesenta el nacimiento de la Escuela de Barcelona. Cineastas como Joaquim Jordá, Jacinto Esteva o Vicente Aranda, son los pilares de este movimiento que proponía el autofinanciamiento, utilizar actores poco conocidos y brindar oportunidad a jóvenes realizadores. Esta forma de trabajar, también despierta en otras latitudes una tendencia hacia lo independiente y un mayor compromiso social; en México, el cine de Felipe Cazals es una muestra de lo anterior.

En las últimas décadas, Bigas Luna (“Jamon, Jamón”, 1992), Isabel Coixet (“La vida sin mí”, 2003) y Albert Serra (“Historia de mi muerte”, 2013), trascendieron las fronteras catalanas para convertirse en referentes. El erotismo, la necesidad de comunicarse, la soledad y el deseo de sustentar un estilo autoral son algunas de sus características. Aunque resulta complejo establecer con claridad sus influencias, sí es posible argumentar que sus propuestas forman parte de un escenario contemporáneo que es necesario conocer para repetir los aciertos que los forjaron como creadores universales.

Por otra parte, Cataluña también se propone como un espacio de producción. En sus calles se filman películas del resto de España y también de otras partes del globo. El apoyo gubernamental al séptimo arte motiva lo anterior. Otra vía en la que esta región se ha relacionado con México, es a través de sus festivales. Un ejemplo de esto, es la comunicación que existe con SITGES, uno de los principales espacios de cine fantástico y terror, el cual desde hace cincuenta años pelea por impulsar a estos géneros. Guillermo del Toro ha sido jurado del mismo y varios cineastas de nuestro país ven en el encuentro una amplia ventana para exhibir sus ideas.

Finalmente, cabe hacer una breve mención a cómo afectaría una posible independencia de Cataluña al cine de la comunidad. ¿Habría igualdad de condiciones para sus cineastas? ¿Cuánto tiempo le costaría establecerse como un país productor y distribuir sus obras?

Por lo pronto, en lo que eso sucede o no, esta semana contamos en Guadalajara con la oportunidad de disfrutar de varias cintas de ficción catalanas (entre ellas “La muerte de Luis XIV”, el más reciente filme de Serra), además una selección de SITGES, entre otras películas en competencias oficiales, las cuales expresan esa profunda necesidad de diferenciarse del resto de España; pero, a la vez, comparten emociones que son comunes a todos los seres humanos sin importar sus banderas, esas fronteras que el arte sabe borrar.

Rodrigo Chanampe Guevara es profesor de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana

YR

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