Algunas historias nos piden lanzar una mirada al pasado. A esos tiempos donde los amaneceres poseían el azul de la pureza y la tierra presumía de una fertilidad inmensa. Donde los senderos y las brechas estaban rodeados de maleza y era sobre las espaldas de los hombres y mujeres que se hacía el comercio. Esta historia comienza en el México prehispánico, específicamente en Tingambato, Michoacán.Considerada una de las zonas arqueológicas más fascinantes de nuestro país, Tingambato también es una de las más misteriosas. Se encuentra en el municipio del mismo nombre a medio camino entre Morelia y Uruapan, y desde hace décadas ha causado que los arqueólogos se rasquen la cabeza tratando de deducir quiénes vivieron aquí, cuándo llegaron y por qué decidieron irse.El misterio comienza por la arquitectura de las ruinas, que revelan una ciudad levantada con técnicas sofisticadas. Se adivina una plaza principal, columnas, los restos de un palacio, altares, tumbas y un juego de pelota, entre otras construcciones. ¿Lo extraño? Que el estilo arquitectónico no se parece en nada al que imperaba en la zona, dominada por los purépechas, sino que es muy similar al teotihuacano.Y aquí se encuentran las dudas: ¿Cuándo fue construida? ¿Quiénes la habitaron? Aunque el estilo arquitectónico que se puede observar está emparentado con el teotihuacano, los restos de alfarería son más similares a otras poblaciones de la región Occidente. Esta curiosa mezcla no se encuentra en ningún otro lugar de México, lo que ha llevado a los arqueólogos a formular diversas hipótesis.Para algunos especialistas, Tingambato se levantó entre los años 650 y 750, por pobladores que huían de la ya decadente Teotihuacán. Además de los conocimientos arquitectónicos (que todavía podemos apreciar), se puede deducir que sus pobladores poseían una sólida organización social, a juzgar por las ofrendas encontradas en las tumbas: objetos de cerámica, obsidiana, conchas, piedra, turquesa y cráneos humanos.¿Cuánto tiempo estuvo habitada y qué papel jugó entre las naciones de aquella época? Son otros misterios cuya respuesta todavía nos esquiva. Se piensa que su esplendor coincidió con el de Tula y Xochicalco, por las similitudes en algunas de sus construcciones, además de que las tres “beben” de la influencia de Teotihuacán.En aquellos años, esa zona de lo que ahora es Michoacán todavía no se encontraba bajo el dominio purépecha, pueblo de enorme potencia bélica que terminaría poniendo a su disposición ese Estado, así como partes de Jalisco y Guerrero. Se piensa que fue un incendio lo que obligó a sus habitantes a abandonar Tingambato, que lentamente sería consumida, aunque no por las llamas, sino por la vegetación circundante. No sería hasta 1300 que el Estado Tarasco comenzaría a poblar las cercanías.Al mirar hoy las piedras silentes, todavía son más las preguntas que las respuestas. Por ahora, nos ofrecen una oportunidad de mirar al pasado, de observar el ingenio de los pueblos que nos precedieron y cómo lograron dejar un eco a través del tiempo.La Zona Arqueológica de Tingambato la puedes visitar tomando la carretera Pátzcuaro-Uruapan, saliendo por la segunda caseta de cobro con dirección a San Ángel Zurumucapio. Pasando esa población sigue hasta el entronque con la carretera y en dirección a Páztcuaro hasta el kilómetro 35 a la población de Santiago Tingambato, donde se encuentra esta zona arqueológica. El horario de visita es de 10:00 a 17:00 horas.Disfruta de tu estadía en Michoacán y quédate en el Hotel Misión Pátzcuaro, en el Centro Histórico de esa ciudad, muy cercano a Tingambato.Cómodo y tradicional, es también un excelente punto de partida para viajar por diversas localidades de ese Estado. Sus 82 habitaciones se caracterizan por ser amplias y cómodas. Para más informes, el hotel ofrece el teléfono 01 800 900 3800 o la página www.hotelesmision.com.mx. Reserva con tiempo para que el viaje sea mucho más placentero y encuentres mejores tarifas.