La historia de nuestro país es larga. Algunos pasajes los conocemos sobradamente, en buena medida porque aparecen en los libros de texto de nuestra formación escolar básica. Otros son menos conocidos, reservados en buena medida a los ojos de curiosos que se zambullen en instantes específicos de la vida de nuestro país. Y están esos que todavía estamos descubriendo, como sucede con la zona arqueológica donde se encuentra el llamado Palacio de Ocomo, en el municipio de Etzatlán.Misterioso, monumental e impertérrito ante el paso del tiempo, el Palacio de Ocomo es un recinto compuesto por cuatro plataformas que cierran un patio interior. Su recinto principal tiene una dimensión de 130 metros de largo por 130 de fondo, con una altura de 6 metros. Actualmente sobresale un complejo habitacional, fogones y escalinatas encontradas en perfecto estado. Este sitio comenzó a ser explorado por Phil Weigand en 1958, y desde 2006 se ha estudiado de manera profunda, revelando una sorpresa tras otra.No es la primera vez que nuestra atención, como viajeros y curiosos, terminan en esta zona arqueológica, cuyos múltiples secretos todavía se están revelando. En este diario se publicó en febrero de 2015 que “los enigmas que encierra la zona arqueológica de Palacio de Ocomo, en el municipio de Oconahua, poco a poco van resolviéndose. Ahora se sabe —por ejemplo— que el sitio se construyó en el año 450 D.C (en uso hasta el 900 D.C) y que forma parte del mismo complejo cerámico del Valle de Tequila, perteneciente a la Tradición Grillo”.El periodo de uso de este palacio coincide con el periodo Clásico, que marca la expansión de Teotihuacán. La hipótesis con mayores adeptos es que esta construcción debió tener una función administrativa. En la parte Norte se han encontrado vestigios de proteínas y procesamiento de animales, por lo que se especula que aquí hubo también banquetes.El Palacio de Ocomo es una de las maravillas que podemos disfrutar en la zona. Cerca encontramos la cabecera municipal, Etzatlán, “rinconcito de bellezas hechiceras sin igual”. Este florido vergel de nuestro Estado presume su bellísima plaza Central, coronada con la parroquia de la Purísima Concepción con murales pintados en su interior y brillante colores amarillo en su fachada. Los alrededores calles tranquilas y excelente gastronomía (los tacos y la birria son los grandes protagonistas).Aunque está cera de la Perla Tapatía, vale la pena pasar el mayor tiempo posible en un rincón tan encantador como Etzatlán. Para los que deseen quedarse en la zona, una recomendación es hospedarse en el Hotel el Centenario, en el mero corazón de Etzatlán (calle Escobedo 290). Su ambiente familiar y excelente ubicación son parte del encanto, además de un patio central bellísimo y perfecto para refrescarse. Puedes reservar al 386-753-1561.A medio camino entre el Palacio de Ocomo y la ciudad de Etzatlán se encuentra la Laguna Palo Verde (en los alrededores hay restaurantes). Muy cerca de este cuerpo de agua está Guamúchil Parque Acuático y Cabañas (carretera Etzatlán, kilómetro 44), famoso por sus toboganes, albercas y claro, las cabañas, para familias o parejas que busquen una escapadita romántica.Es ideal para disfrutar de un fin de semana relajado y lejos del bullicio de la ciudad. Puedes encontrar información de entradas, horarios y promociones en su página web: www.guamuchilparqueacuatico.com. Se encuentra a una hora de Guadalajara.Si te encuentras en la zona, no dejes de pasar la oportunidad de disfrutar de la raicilla, bebida tradicional, “prima” del tequila, que en años recientes se ha ganado su propia fama.La raicilla se extrae de las variedades del maguey lechuguilla en sus variedades agave maximiliana, inaequidens y angustifolia. Dichas variedades crecen principalmente en Atenguillo, Mascota, Hostotipaquillo, Guachinango, Etzatlán, Talpa de Allende, San Sebastián del Oeste y Cabo Corrientes.