Aquí el silencio no existe. Un silbido suave y constante pasea por las calles. El viento encontró aquí su hogar. Es Pachuca, la capital de Hidalgo, uno de esos tesoros poco conocidos por los turistas pero que tiene mucho por ofrecer.El apodo de la “bella airosa” es una manera poética de describir un fenómeno natural. Enclavada en el Noroeste de nuestro país, la urbe se encuentra justo en una región donde los vientos “bajan” hacia el Sur. Pero Pachuca es más que viento. De hecho, su historia está más relacionada con las piedras, la minería y el esfuerzo. También hay arte, gastronomía y belleza en sus habitantes. Sus calles serpenteantes, que suben y bajan de manera caprichosa, recuerdan poderosamente a urbes como Guanajuato y Zacatecas, nacidas también con un ADN minero.La ciudad, fundada por los mexicas en el siglo XV, se convirtió en uno de los primeros centros mineros de la Nueva España. Tras la conquista los españoles llegaron e hicieron prosperar la ciudad velozmente, aunque el auge fue relativamente efímero, ya que para finales de ese siglo se había vuelto muy complicado extraer oro y plata de la región por la dificultad para desaguar el subsuelo.Pero además de la minería, Pachuca se caracterizó por tener otra bondad: Su ubicación estratégica. Relativamente cerca de la capital, era paso obligado para las caravanas que iban al Norte del país. Sus cualidades comerciales pronto le dieron a la metrópoli un nuevo impulso.El Centro de Pachuca tiene algunos puntos de enorme interés para los visitantes, y sin duda uno que llama la atención es la Plaza de la Independencia, coronada por su Reloj de cantera blanca con 40 metros de altura. El reloj cuenta con cuatro figuras femeninas en mármol de Carrara que representan a la Independencia, la Reforma, la Constitución y la Libertad. Su carillón traído de Austria es réplica del Big Ben y es una estampa de la ciudad desde 1910.También vale la pena que visites el Convento de San Francisco, construcción levantada en el siglo XVII y que cuenta con valiosos oleos de arte colonial y un hermoso retablo. Aunque antiguo, se mantiene activo, pues una parte de sus instalaciones se encuentran ocupadas por la Fototeca del INAH y un museo de fotografía.Uno de los aspectos que enamoran a los visitantes son sus platillos. La gastronomía de Hidalgo es rica en variedad y en Pachuca encontramos sus mejores ejemplos. Aquí está la cuna del tradicional paste -alimento cuyas raíces están en los mineros ingleses que trabajaban en la región-, el mixiote y los escamoles. Además aquí se disfruta el tradicional pulque, bebida de raíces sagradas en las culturas indígenas y que en años recientes vive bajo nuevos aires.DR