Mediodía. El cielo en Baja California Sur luce particularmente celestial desde esa mañana, con un azul absoluto que se extiende hasta el horizonte y sin que ninguna nube se atreva a asomarse. Los lugareños me dicen que amaneció “fresco”. Quien escribe estas palabras se mueve siguiendo la sombra de los árboles y casitas para evitar quedar rostizado bajo los rayos del Astro rey. Me voy acercando de a poquito a mi objetivo: La Misión de San Francisco Javier Viaggé Biaundó.La misión es un pueblo pequeñito, al que se llega luego de transitar un camino engalanado por la sierra y las montañas semidesérticas de Baja California Sur. Se encuentra a 35 kilómetros al Sur del Loreto, Pueblo Mágico que con su riqueza natural, amabilidad de la gente y fabulosa gastronomía justifica sobradamente el nombramiento... y la visita.Lo que encuentro al final de camino es uno de los grandes tesoros que tiene nuestro país, reservado en especial para quien se anima a salirse de los itinerarios comunes. San Javier (o Francisco Xavier), con su aire colonial, luce hoy casi igual a como se veía cuando los jesuitas llegaron en el año 1699.Aquí va un poco de historia: El 10 de marzo de aquel año, el padre Francisco María Piccolo acompañado por soldados y provenientes de Loreto, fundó en la zona conocida como Viaggé Biaundó la misión de San Francisco Javier. Pero la zona estuvo sometida a los ataques de los naturales y fue abandonada en 1703.Ese mismo año, el padre Juan de Ugarte intentó reestablecerla, pero con una nueva estrategia: Lo haría sin soldados y a merced de que los naturales de lo siguieran por convicción. Su convicción y capacidad de convencimiento logró que funcionara, y pese a las carencias que había en la zona, la misión prosperó.Aquellas carencias acabaron porque Ugarte ayudó a la construcción de represas y canales de riego, sembró cereales, plantó árboles frutales y hasta vides, elaborando los primeros vinos de la península. Poco a poco y con mucho esfuerzo, la misión demostró ser autosuficiente. Ugarte fallecería en 1730, pero su huella todavía es fácil de adivinar en la Misión, que sigue en pie.La Misión de San Javier se considera una de las mejor conservadas de la Península, y es de paso, un magnifico exponente de la arquitectura del Virreinato. Sólida y con una fachada sobria con detalles en cantera, en su interior presume sus retablos de estilo churriguresco de madera tallada, estofada y con laminado de oro.En el atrio exterior se puede disfrutar del cuidado de los habitantes han impreso en sus jardineras, siempre presumiendo bellas rosas y olivos. En el extremo derecho es común encontrar a un vendedor de recuerdos y deliciosas coyotas, perfectas para disfrutar a la sombra de algún árbol cercano.El pueblito de la misión cuenta con lo necesario para que la visita de todo aventurero sea memorable. Hay un restaurante con el sazón de la gastronomía “de rancho”, destacando la machaca. Desde Guadalajara, una de las opciones más cómodas las ofrece Calafia Airlines, que desde el mes de abril pasado ofrece la ruta, haciendo escala en San José del Cabo.No son pocos los atractivos con los que cuenta Loreto, único Pueblo Mágico de Baja California Sur, que de paso también es el único de estos pueblos que cuenta con un aeropuerto internacional, lo que le otorga un aire cosmopolita al destino. Verifica los horarios de salida, vuelos y promociones en la página de internet de la línea: www.calafiaairlines.com.