Como pequeñas marionetas se contorsionan en la carcasa de un bus entre la basura a un ritmo contagioso. Son los “Dream Catchers”, niños de la calle nigerianos cuyo baile se convirtió en un video viral, admirados por las estrellas Rihanna y Naomi Campbell.Hace no mucho tiempo los “Cazadores de Sueños”, seis niños y seis niñas de entre 6 y 16 años, no sabían lo que era una coreografía. Hoy, bailan en un clip del cantante nigeriano Amada en homenaje a la selección de Nigeria que compite en el Mundial de Rusia 2018 y en las redes los han visto millones de personas.“Lo que hicimos este año es enorme, fuimos lejos, muy lejos”, dice Seyi Oluyole, la profesora de danza y tutora de 26 años, que aún no puede creerse la hazaña lograda con estos niños de la calle de los suburbios de Lagos, la capital.A principios de marzo, esta joven profesora divulgó en la página de Instagram de “Dream Catchers” (actualmente con casi 80 mil seguidores), el último video de sus niños prodigios que con sus sonrisas de oreja a oreja se retuercen al ritmo de una canción afrobeat de la estrella pop Wizkid.La bola no hizo más que crecer cuando Rihanna, seguida por el influyente productor estadounidense P. Diddy, compartieron el clip en sus propias cuentas disparando las “visitas” a más de 2.8 millones.Unas semanas después, la supermodelo Naomi Campbell, que estaba invitada a la Fashion Week de Lagos en abril, los visitó en Ikorodu, un suburbio pobre de la megalópolis nigeriana, y la operación de prensa quedó servida cuando los niños saltaron a sus brazos delante de un enjambre de cámaras. “Segunda oportunidad”Desde entonces, los “Dream Catchers” son muy solicitados. Son días frenéticos entre premios y colaboraciones con artistas.Seyi Oluyole fundó esta tropa hace cuatro años para ayudar a los niños de la calle de Lagos a “soñar” y reencontrar el camino para retomar la escuela.En ese momento, la profesora dirigía el grupo de bailarines de su iglesia y los domingos veía venir a los niños pobres del barrio, ávidos por olvidar el hambre y el aburrimiento de una misa.“Los niños que venían eran cada vez más y siempre querían bailar. Después de un tiempo me di cuenta de que la mayoría de ellos no iban a la escuela, ni siquiera hablaban inglés”, una de las lenguas oficiales en este país, explicó.Seyi tenía 12 años cuando su padre banquero perdió su trabajo y toda la familia quedó en la calle durante dos años. “Yo tuve la oportunidad de continuar yendo a la escuela porque era muy importante para mis padres, pero vi de cerca la miseria de los otros”, dijo.Hoy Seyi recibe a una decena de niños en su vivienda de tres ambientes transformada en un espacio de alegría. De las paredes cuelgan los retratos de íconos excepcionales como Nelson Mandela, Oprah Winfrey e incluso Serena Williams, todos de orígenes modestos, bajo el lema escrito en mayúsculas: “Cada día es una segunda oportunidad”. Leer, escribir, bailarEn Nigeria casi 10.5 millones de niños no están escolarizados, según la Unicef, que apunta que es la cifra “más importante en el mundo”.Seyi convenció a los padres de que le confiaran a sus hijos y ofreció pagar los gastos por sus escolaridad con lo que gana escribiendo guiones para una cadena de televisión.El grupo ensaya en las tardes, pero si no tienen buenas calificaciones no pueden bailar por algunos días: “Es el peor de los castigos”, dice.A Busola, de ojos grandes y pelo muy corto, la llaman “T-boy”. Tiene 13 años y ha pasado gran parte de su vida mendigando en los atascos de Lagos, con su hermanito en brazos. Ahora, sueña con tener un futuro como “bailarina, actriz o peluquera”, dijo.“Antes yo sólo hablaba yoruba, los otros niños se burlaban de mí”, contó a su lado Dami, de 10 años. “Desde que voy a la escuela sé leer y escribir. Mi vida cambió”.