MariposasYa vas a ver qué lindo vestido tiene hoy la mía, le dice Calderón a Gorriti, le queda tan bien con esos ojos almendrados, por el color, viste, y esos piecitos… Están junto al resto de los padres, esperan ansiosos la salida de sus hijos. Calderón habla, Gorriti mira las puertas todavía cerradas. Vas a ver, dice Calderón, quedate acá, hay que quedarse cerca porque ya salen. ¿Y el tuyo cómo va? El otro hace un gesto de dolor y se señala los dientes. No me digas, dice Calderón. ¿Y le hiciste el cuento de los ratones…? Ah, no, con la mía no se puede, es demasiado inteligente. Gorriti mira el reloj. En cualquier momento se abren las puertas y los chicos salen disparados, riendo a gritos en un tumulto de colores, a veces manchados de témpera o de chocolate. Por alguna razón, el timbre se retrasa. Los padres esperan. Una mariposa se posa en el brazo de Calderón, que se apura a atraparla. La mariposa lucha por escapar, él une las alas y la sostiene de las puntas. Aprieta fuerte para que no se le escape. Vas a ver cuando la vea, le dice a Gorriti sacudiéndola, le va a encantar. Pero aprieta tanto que empieza a sentir que las puntas se empastan. Desliza los dedos hacia abajo y como prueba que la ha marcado. La mariposa intenta soltarse, se sacude y una de las alas se abre al medio como un papel. Calderón lo lamenta; cuando intenta inmovilizarla para ver bien los daños, termina por quedarse con parte del ala pegada a uno de los dedos. Gorriti lo mira con asco y niega, le hace un gesto para que la tire. Calderón la suelta. La mariposa cae al piso. Se mueve con torpeza; intenta volar, pero no puede. Al fin se queda quieta, sacude cada tanto una de sus alas y ya no intenta nada más. Gorriti le dice que termine con eso de una vez y él, por el propio bien de la mariposa, por supuesto, la pisa con firmeza. No alcanza a apartar el pie cuando advierte que algo extraño sucede. Mira hacia las puertas y, como si un viento repentino hubiese violado las cerraduras, estas se abren, y cientos de mariposas de todos los colores y tamaños se abalanzan sobre los padres que esperan. Piensa si irán a atacarlo, tal vez piensa que va a morir. Los otros padres no parecen asustarse; las mariposas sólo revolotean entre ellos. Una última cruza rezagada y se une al resto. Calderón se queda mirando las puertas abiertas y, tras los vidrios del hall central, las salas silenciosas. Algunos padres todavía se amontonan frente a las puertas y gritan los nombres de sus hijos. Entonces las mariposas, todas ellas en pocos segundos, se alejan volando en distintas direcciones. Los padres intentan atraparlas. Calderón, en cambio, permanece inmóvil. No se anima a apartar el pie de la que ha matado; teme, quizá, reconocer en sus alas muertas los colores de la suya.Fragmento del libro “Pájaros en la boca y otros cuentos” reproducida bajo la autorización de Editorial AlmadíaSinopsisUn paraje en medio de la carretera habitado por mujeres abandonadas por sus parejas. Viajeros cautivos en una prisión de manjares y tareas domésticas, incapaces de tomar el tren de regreso a casa. Un pueblo en el que los niños han sido tragados por la tierra. Nonatos que, a través de un tratamiento experimental, han suspendido su gestación para volverse conservas. El proceso a través del cual el empleado de una juguetería se vuelve a comportar como un infante. Estos son algunos de los argumentos de los relatos que componen esta colección, en los que la cotidianidad se enrarece para mostrar su perfil más irracional.Los distintos personajes que encontramos en este libro, habitan paisajes en los que la infancia, lo doméstico y lo familiar se distorsionan hasta niveles angustiantes. Los acontecimientos se ciernen sobre ellos lentamente, con la calma que precede toda tormenta.Viajeros que por casualidad se encuentran con sitios y comunidades en los que un secreto aguarda para serles revelado; parejas que emprenden las más insólitas tareas en nombre de la paternidad; individuos que se han dado por vencidos ante la futilidad de sus entornos. Tal vez las circunstancias a las que se enfrentan los personajes de estos relatos difieren en los detalles del destino que los confronta, pero todos tienen en común el hecho de recibir un llamado a la acción, la oportunidad de romper con las inercias que amenazan con apresarlos. ESTE CONTENIDO FORMA PARTE DE LA EDICIÓN IMPRESA DE EL INFORMADOR QUE PUEDES CONSULTAR EN EL KIOSKO GLOBAL DE PRESSREADER