Jueves, 28 de Noviembre 2024

Friburgo, futurismo medieval

Recorre una de las ciudades alemanas más bellas, donde la arquitectura clásica va de la mano de un profundo amor por la ecología

Por: Francisco González

Es una de las ciudades alemanas que tiene más “horas-Sol” al año, y en lugar de presumir un buen bronceado, sus habitantes presumen de una enorme eficiencia energética. ESPECIAL / J. Monroy

Es una de las ciudades alemanas que tiene más “horas-Sol” al año, y en lugar de presumir un buen bronceado, sus habitantes presumen de una enorme eficiencia energética. ESPECIAL / J. Monroy

Friburgo es una ciudad que ofrece mil rostros a los aventureros que deciden emprender la jornada lejos de las guías turísticas y andan dispuestos a  encontrar sorpresas. El encanto medieval lo tiene, pero también está presente la modernidad. Su ubicación la convierte en un punto clave a nivel comercial, pero también es una ciudad que sabe agrazar la ecología. Frenética cuando es necesario y al mismo tiempo aferrada a su tranquilidad. Fascinante e irresistible.

Alemania es un país de múltiples influencias culturales, y una de las ciudades que lo presume con mayor orgullo es precisamente Friburgo. Se encuentra al Sur de esta nación europea, muy cerca de Francia y Suiza, lo que la impregna de un aire cosmopolita.

Toda aventura vale la pena comenzarla en el Centro de la ciudad. En el caso de esta urbe teutona, sus construcciones medievales inmediatamente roban el aliento. ¿Cuál valdría la pena presumir primero? Sin duda, una de ellas la puedes ver en la acuarela que acompaña a esta nota: La Schwabentor, literalmente “la puerta de los suabos”.

Levantada a mediados del siglo XIII, era como lo dice su nombre, una puerta integrada a las antiguas fortificaciones de la ciudad. Servía tanto de protección como de puesto de control para las mercancías que desde aquel siglo ya jugaban un papel clave en la vida económica de la ciudad. Tanto su torre como su base se han convertido en sellos de la ciudad.

La puerta ofrece una magnífica postal de lo que puedes encontrar en las zonas históricas de la ciudad: callecitas estrechas, flanqueadas por casas con fachadas en colores brillantes y amplios ventanales. En una misma acera puedes encontrar algún negocio que parece sacado de la época medieval al lado de un restaurante de gastronomía fusión o con una tienda de artículos tecnológicos.

Se respira verde…

Una cosa que probablemente llame la atención de todo viajero es que por el Centro de Friburgo no se ve ningún automóvil. Solamente entran furgonetas muy temprano para descargar sus mercancías en los locales de la zona y taxis para recoger a huéspedes que se encuentren en los hoteles del corazón de la ciudad.

La mejor forma de moverse en Friburgo es a través del tranvía (hay boletos especiales para turistas) o las bicicletas (algunos hoteles rentan este servicio), y claro, a pie.

El “veto” de los automóviles particulares en el primer cuadro de la ciudad tiene que ver con la filosofía ecológica que suele presumir la metrópoli: evita tanto la contaminación del ambiente como la auditiva. Son las charlas, risas y el bullicio de la gente el sonido que le brinda música a este pedacito de Alemania.

Lo que sí abunda son los paneles solares. Friburgo es una de las ciudades alemanas que tiene más “horas-Sol” al año, y en lugar de presumir un buen bronceado, sus habitantes presumen de una enorme eficiencia energética. Edificios públicos, bibliotecas, iglesias y hasta el estadio de futbol cuentan con paneles solares. La fachada de la alcaldía de la ciudad, por ejemplo, está completamente cubierta de paneles solares, por lo que a la distancia se asemeja más a una nave espacial que a otra cosa. ¡Es simplemente espectacular!

…y se vive en el mañana

Orgullosa de su pasado y animada a crear un futuro más verde, Friburgo es una ciudad especial por lo que tiene, pero también por lo que recuperó. El 80% de su zona urbana fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial, incluyendo su Centro Histórico, arrasado por los bombardeos aliados.

Ese acto de levantarse de las cenizas (literalmente), ha permeado en el ADN de sus habitantes desde entonces. La gente que encontrarás aquí es voluntariosa, amable y siempre dispuesta a ayudarte en tu viaje. Una ciudad con mil rostros… pero una gran sonrisa.

La comida

¡Ah, qué decir de la comida! Quizás el mejor lugar para saciar tu apetito es el Mercado Cubierto de Friburgo (se encuentra en la calle Grünwälderstraße 4).

Lo peculiar de este mercado es que además de encontrar delicias regionales, podrás degustar platillos asiáticos, latinoamericanos y de otros rincones europeos. Está abierto desde las 08:00 de la mañana y los viernes y sábados tiene música en vivo. ¡Ojo!, que cierra los domingos.

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