Jueves, 21 de Noviembre 2024

Felicidad-des Maestro

Jesús, con su vida da testimonio de lo que cree y predica; comunica el amor del Padre, personaliza su enseñanza, libera de prejuicios, reintegra a la comunidad y responsabiliza a cada uno de ejercer la libertad

Por: Dinámica Pastoral UNIVA

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LA PALABRA DE DIOS 

PRIMERA LECTURA: Hch. 1, 1-11 “Se fue elevando a la vista de sus apóstoles”.

SEGUNDA LECTURA: Ef. 4, 1-13. “Hasta que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo”.

EVANGELIO: Mc. 16, 15-20. “Subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios”.

Felicidad-des Maestro

En la gestación de modelos educativos post-pandemia está presente el maestro que con su ser y hacer comunica una forma de vida; el maestro tiene una vocación que desde su raíz muestra que, en el corazón de su profesión, están los otros con quienes construye cotidianamente el sentido de ser docente.  

En las primeras líneas del Evangelio y en los Hechos de los Apóstoles, Lucas le recuerda a Teófilo las enseñanzas de Jesús, a quien las personas que lo seguían, así como fariseos y escribas -maestros de la Ley (Lc 20,1-19.39)- reconocen como “maestro.”

Las notas distintivas del ser maestro de Jesús son el reconocimiento a la dignidad de la persona (como semejante y hermano), su enseñanza con palabras que llegan al corazón de los que lo escuchan, los ejemplos como medios para comprender que la relación con Dios es como la de un Padre con sus hijos, una relación de cercanía y de ternura.

Jesús logra sacar lo mejor de cada uno, muestra con hechos el significado de compartir lo que se tiene, ejemplo de ello es la multiplicación de los panes y pescados (Mc 6, 34-44). Con sus “metodologías” sencillas hace que sus seguidores comprendan lo fundamental de su mensaje; con parábolas enseña lo que es el Reino de los Cielos (Lc 13, 19) y la Misericordia del Padre (Lc 15, 11-24). Con su vida da testimonio de lo que cree y predica; comunica el amor del Padre, personaliza su enseñanza, libera de prejuicios, reintegra a la comunidad y responsabiliza a cada uno de ejercer la libertad (Jn 8, 1-11).

A Ignacio de Loyola también se le conoce como maestro porque al compartir su experiencia de conversión, su peregrinar hacia Jerusalén, sus vivencias en su tránsito por universidades y sus frutos de su relación con Dios -los Ejercicios Espirituales y el Discernimiento-, ofrece caminos para aprender.

Estos modos de proceder que se hacen carne en la vida cotidiana de mujeres y hombres, y que están presentes en su magisterio, comunican la presencia del Reino de Dios. Felicidades y Felicidad-des.  

Luis Octavio Lozano, SJ - ITESO

Anuncio y testimonio

En el evangelio de este domingo, Jesús nos urge en la tarea misionera de la evangelización y liberación humana. Ahora que Él ya no está físicamente presente entre los hombres, es el grupo de creyentes quien debe hacerlo visible al mundo por el anuncio y el testimonio. Hacer presente a Jesús y acelerar la venida del reino de Dios es posibilitar la soberanía amorosa de Dios.

El anuncio del evangelio. Hemos de realizar hoy la tarea evangelizadora, primeramente, por el anuncio directo del evangelio con todos los medios a nuestro alcance: la palabra, la liturgia, los medios de comunicación, la literatura, el arte, la fiesta y la convivencia.

Nuestro anuncio debe ser siempre fiel, animado por el amor y bajo el impulso del Espíritu de Dios, que es libertad. Anuncio respetuoso con la persona, al estilo de Jesús; sin imponer, sino invitando; sin amenazar, sino ofertando la salvación; sin avasallamiento y absorción de la autonomía propia del hombre y de las realidades mundanas, sino con apertura de aquél y de éstas a la trascendencia de Dios y su reinado o soberanía amorosa en todos los sectores de la vida.

El testimonio. En segundo lugar, el anuncio y la palabra han de ir acompañados, como hizo Jesús, con el testimonio de la vida y de los signos, es decir, con el compromiso de los cristianos por la promoción del hombre desde su dignidad de persona a su condición de hijo de Dios y hermano de los demás.

Jesús puso el acento en la liberación integral del ser humano, como signo del reino ya presente en su persona. Así lo declaró Él mismo en el programa inicial de su actividad apostólica, cuando en la sinagoga de Nazaret se auto-aplicó literalmente el texto del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí porque Él me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la liberación y dar la vista a los ciegos; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor”.

Para acelerar de verdad la ascensión del Señor hemos de pasar de la comodidad de los buenos sentimientos a la realidad de los hechos, hasta complicarnos la vida por amor de Cristo y de los hermanos más oprimidos. Solamente así cumpliremos los discípulos de Jesús la tarea y la misión que Él ha encomendado a la Iglesia, su pueblo.

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