Lunes, 25 de Noviembre 2024
Suplementos | XX Domingo ordinario

Reconozcamos el valor y los derechos de los otros

Las lecturas de la liturgia de este domingo tienen como hilo conductor la aceptación del otro que no piensa o actúa como yo, pero cuyas obras manifiestan justicia y equidad

Por: Dinámica pastoral UNIVA

«Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas». WIKIPEDIA/«La mujer de Canaán», de Michael Angelo Immenraet

«Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas». WIKIPEDIA/«La mujer de Canaán», de Michael Angelo Immenraet

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Is 56, 1. 6-7

Esto dice el Señor:
"Velen por los derechos de los demás,
practiquen la justicia,
porque mi salvación está a punto de llegar
y mi justicia a punto de manifestarse.

A los extranjeros que se han adherido al Señor
para servirlo, amarlo y darle culto,
a los que guardan el sábado sin profanarlo
y se mantienen fieles a mi alianza,
los conduciré a mi monte santo
y los llenaré de alegría en mi casa de oración.
Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi altar,
porque mi templo será la casa de oración
para todos los pueblos''.

SEGUNDA LECTURA

Rom 11, 13-15. 29-32

Hermanos: Tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos, y trato de desempeñar lo mejor posible este ministerio. Pero esto lo hago también para ver si provoco los celos de los de mi raza y logro salvar a algunos de ellos. Pues, si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo, ¿qué no será su reintegración, sino resurrección de entre los muertos? Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección.

Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán. En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia.

EVANGELIO

Mt 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: "Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros". Él les contestó: "Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".

Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!" Él le respondió: "No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". Pero ella replicó: "Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos". Entonces Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas". Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.

Reconozcamos el valor y los derechos de los otros

De las lecturas de la liturgia de este domingo, vigésimo del tiempo ordinario, podemos tomar como hilo conductor la aceptación del otro que no piensa o actúa como yo, pero cuyas obras manifiestan justicia y equidad.

El profeta Isaías, en la primera lectura, nos dice que a los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo y se mantienen fieles a su alianza, los llevará a su monte santo y los llenará de alegría. Es decir, que aquellos que no son como ustedes del pueblo escogido, pero obran con justicia y equidad, serán premiados. Serán aceptados por Dios.

En el Salmo se repite la idea de la justicia del juicio de Dios para todas las naciones, para todos los que obran según su fe y en cuyas acciones se manifiestan la justicia, la igualdad, el respeto a los demás.

Cuando san Pablo se dirige a los romanos les dice que si ellos que eran rebeldes cumplen su alianza con el Señor, los judíos que eran los escogidos y ahora son rebeldes se reconciliarán con el Señor. Será como una resurrección.

En el Evangelio nos narra cómo Jesús niega en un principio la salud a una niña enferma porque no era de las ovejas de la casa de Israel, pero al ver la fe de la madre que se adhiere plenamente a Él, le concede la salud. Y a la madre la elogia.

Podemos detenernos en examinar la conducta espontánea del ser humano de juzgar las acciones de los demás sin tomar en cuenta qué piensan, en qué creen. Hay muchas maneras de amar a Dios, hay muchos caminos para llegar a Él. En las obras se verá si se están siguiendo las reglas de justicia, de amor a los demás, de evitar la maldad, de buscar el bien para todos.

Es cierto que hay guías ciegos que conducen por el mal camino a los ciegos, a los ingenuos. Tengamos la mente fija en el Señor que nos ilumine y veamos las acciones. Por sus frutos los conocerán.

Javier Martínez Rivera, SJ-ITESO

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