Martes, 26 de Noviembre 2024
Suplementos | IV Semana de Pascua

Crean en Dios y crean también en mí

Hoy Jesús nos invita a permanecer en Él, a tomar su vida como modelo para la nuestra, a conocer y seguir sus enseñanzas, a mantenernos en el camino a pesar de las dificultades y los tropiezos

Por: Dinámica pastoral UNIVA

«Yo soy el camino, la verdad y la vida». WIKIPEDIA/«La última cena», de Juan de Juanes

«Yo soy el camino, la verdad y la vida». WIKIPEDIA/«La última cena», de Juan de Juanes

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Hch 6, 1-7.

«En aquellos días, como aumentaba mucho el número de los discípulos, hubo ciertas quejas de los judíos griegos contra los hebreos, de que no se atendía bien a sus viudas en el servicio de caridad de todos los días.

Los Doce convocaron entonces a la multitud de los discípulos y les dijeron: "No es justo que, dejando el ministerio de la palabra de Dios, nos dediquemos a administrar los bienes. Escojan entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales encargaremos este servicio. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra".

Todos estuvieron de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles, y éstos, después de haber orado, les impusieron las manos.

Mientras tanto, la palabra de Dios iba cundiendo. En Jerusalén se multiplicaba grandemente el número de los discípulos. Incluso un grupo numeroso de sacerdotes había aceptado la fe».

SEGUNDA LECTURA

1 Pe 2, 4-9.

«Hermanos: Acérquense al Señor Jesús, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y preciosa a los ojos de Dios; porque ustedes también son piedras vivas, que van entrando en la edificación del templo espiritual, para formar un sacerdocio santo, destinado a ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios, por medio de Jesucristo. Tengan presente que está escrito: He aquí que pongo en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.

Dichosos, pues, ustedes, los que han creído. En cambio, para aquellos que se negaron a creer, vale lo que dice la Escritura: La piedra que rechazaron los constructores ha llegado a ser la piedra angular, y también tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan en ella los que no creen en la palabra, y en esto se cumple un designio de Dios.

Ustedes, por el contrario, son estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada a Dios y pueblo de su propiedad, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable».

EVANGELIO

Jn 14, 1-12.

«En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy".

Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".

Le dijo Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le replicó: "Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ve a mí, ve al Padre. ¿Entonces por qué dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aun mayores, porque yo me voy al Padre"».

Crean en Dios y crean también en mí

No pierdan la calma, crean en Dios y crean también en mí.

Antes de iniciar nuestra reflexión sobre el mensaje del evangelio del día de hoy, parece conveniente contextualizar el diálogo que Jesús mantiene con sus apóstoles, para entender de mejor forma lo que está pasando entre ellos.

Jesús se encuentra con sus apóstoles en la última cena y les está transmitiendo, lo que podríamos llamar su testamento; los apóstoles están desconcertados ante lo que ven y lo que escuchan: han celebrando la cena pascual dos días antes de lo que dicta la Ley, el Maestro se ha puesto a lavarles los pies y, ahora, empieza a despedirse.

El ambiente que se respira entre los apóstoles es de incertidumbre, intuyen que algo va a pasar, pero no saben qué será; Jesús reconoce y es consciente de los sentimientos de sus amigos, por eso inicia su discurso invitándolos a no perder el ánimo ni la esperanza, “No pierdan la calma, crean en Dios y crean también en mí”.

¿Cuántas veces nosotros nos hemos sentido como los apóstoles, desconcertados y desanimados ante las circunstancias difíciles de la vida? Hoy Jesús nos invita a no perder la calma ni la fe, nos recuerda que Él está con nosotros a pesar de todo.

Jesús se despide de sus discípulos, “ahora me voy…”, pero inmediatamente les asegura que volverá y todo será mejor: “regresaré y los llevaré conmigo”. Hay momentos en la vida en los que podemos sentir que Dios se ha ido de ella, Jesús nos invita a permanecer firmes, a no desfallecer, a no salir del camino trazado, pues si permanecemos en Él llegaremos a la meta.

Tomás dirige una pregunta al Maestro, que bien podría ser el eco de nuestra propia voz preguntando al Señor: “¿cómo vamos a saber el camino?”. Él nos pide andar por el camino y no abandonarlo, con la promesa de que, si los hacemos, llegaremos a la casa del Padre.

“Yo soy el camino, la verdad y la vida”, es la respuesta que Jesús da a la pregunta de Tomás (y nuestra). Él es el camino que nos lleva al Padre y a la felicidad eterna, Él es la verdad que debemos buscar, compartir y defender, Él es la vida que anhelamos vivir y que debe ser vivida. Hoy Jesús nos invita a permanecer en Él, a tomar su vida como modelo para la nuestra, a conocer y seguir sus enseñanzas, a mantenernos en el camino a pesar de las dificultades y los tropiezos (los más importante es la constancia, no la velocidad).

Finalmente, Jesús se identifica con el Padre y se presenta como su reflejo, “el que me ve a mí, ve al Padre”. Esta también es la invitación para todos nosotros: debemos ser reflejo de Cristo, ¿de quién de nosotros se podría decir, cuando lo veo, veo a Cristo? ¿Qué acciones o actitudes debo corregir para ser reflejo de Dios para los que me rodean?

Pidamos al Señor que nos ayude a no perder la calma ni la fe, que nos conceda la fortaleza suficiente para permanecer en el camino que lleva al Padre y que nos ilumine para descubrir de qué forma podemos ser imagen de Dios para nuestros hermanos.

Jesús y las mujeres

Uno de los mensajes innovadores de Jesús fue integrar a la mujer en la comunidad. Durante siglos el medio de las mujeres era el ámbito familiar, no participaban en la esfera de lo público, sobre todo en las ciudades; en la esfera rural era algo diferente, pues ayudaban en las labores del campo y había un poco más de apertura.

Jesús en su discurso y narraciones toma en cuenta la participación de la mujer, deja a un lado la perspectiva del varón. Hay varios pasajes en los que las mujeres son el centro: Marta y María, en donde se hace ver que la mujer también puede participar de la escucha de la Palabra y no sólo reducirse al ámbito laboral del hogar. Otro pasaje es la parábola de la mujer que encuentra la moneda y hace partícipes de su alegría a otros. Jesús evidencia también la desigualdad en aplicar las leyes que favorecen a los hombres, y lo describe San Juan en el episodio de la mujer adultera, en el que no se menciona, ni está presente, la otra parte: el varón adultero.

Entre los seguidores de Jesús hay varias mujeres: a una le expulsó varios espíritus; sanó a la mujer que gastó todo su dinero en médicos para recuperar la salud, porque padecía una hemorragia de años. Las mujeres pasan de la periferia y del descarte a tener un papel más activo en la comunidad.

Al contemplar a Jesús a través de los Evangelios, y verlo con una actitud de apertura, se puede captar su gran sensibilidad para visibilizar a la mujer (Pagola, 2010). Uno de los testimonios de un seguimiento radical es el que dan las mujeres que vencen el miedo a los judíos y salen a preparar el cuerpo de Jesús en el sepulcro, mientras los hombres se quedan en casa encerrados por las amenazas que sienten. Las mujeres se hacen presentes en el gran acontecimiento de la Historia de Salvación: la Resurrección del Hijo del Hombre, pues María Magdalena es una de las primeras testigos del Resucitado.

Así, Jesús invita a reconocer los nuevos roles de la mujer en la Iglesia y en la sociedad.

Luis Octavio Lozano, SJ - ITESO
 

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