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Suplementos | Entre las esculturas recientes de Víctor Manuel Contreras está 'La Tierra'

Esculpir desde el corazón

Entre las esculturas recientes de Víctor Manuel Contreras está 'La Tierra', todavía en el taller, donde la alegoría surge desde la base con cuatro figuras antropomorfas

Por: EL INFORMADOR

En sus manos sostiene un boceto de 'La Escultura de la Paz' también conocida como “La Paloma de la Paz” que se encuentra en Cuernavaca. EL INFORMADOR / R. Tamayo

En sus manos sostiene un boceto de 'La Escultura de la Paz' también conocida como “La Paloma de la Paz” que se encuentra en Cuernavaca. EL INFORMADOR / R. Tamayo

GUADALAJARA, JALISCO (26/MAR/2017).- Nacido en Atoyac, Jalisco, un 6 de agosto de 1941, Víctor Manuel Contreras ha forjado una sólida carrera en la escultura. Con obras monumentales que engalanan múltiples espacios públicos alrededor del mundo, para el artista este 2017 comenzó con el reconocimiento de la Federación Mundial de Clubes, Centros y Asociaciones de la UNESCO (WFUCA, por sus siglas en inglés).

Manuel, su padre fue médico, mientras su madre, Trinidad, combinó el canto de ópera con la pintura. Influenciado por el ser que le dio la vida, Víctor también ha cantado, pero su vocación ha sido la escultura: “Desde niño lo supe; mi vocación de escultor fue desde mi nacimiento”. Para darle forma a su talento, a los 16 años salió de México para estudiar un año en Nueva York, desde donde se trasladó a Múnich para continuar su formación. Más tarde pasó por la Escuela Superior de Bellas Artes, en la capital francesa. Fue en París donde conoció a la familia imperial de Rusia, quienes vivían en el exilio.

Víctor Manuel Contreras se considera un simbolista: como ejemplo, compartió en entrevista las motivaciones de la “Escultura de la Paz”, en Cuernavaca, de la que guarda un boceto en la casa que fuera de su madre, en Guadalajara. El ave da la bienvenida a los visitantes de la ciudad; el lado opuesto, que mira a quienes salen de la urbe, representa una semilla. “No soy patriotero”, comentó al citar algunas autoridades que solicitan los típicos bustos “grandotes” de personajes de la historia. En su estilo, también se ha acercado al impresionismo, en obras como “Arca de Noé”, pieza que guarda en su colección personal, o “El origen del hombre”. 

En el mismo citado inmueble en Guadalajara, una fuente en el patio central de la casa funciona con un pequeño ángel en lo alto, hecha por Víctor Manuel. Igualmente, allí se resguarda una banca hecha por completo en madera de mezquite, con la cabeza de dos felinos esculpidos en los extremos para los descansabrazos: la obra tiene más de 30 años, comentó.

En 2012, el artista expuso en el Instituto Cultural Cabañas, en conjunto con su acervo de obras de Tamara de Lempicka. Con el título de “Encuentro de dos culturas: México y Polonia” en París, la muestra tuvo lienzos y bocetos de De Lempicka, con esculturas y bocetos escultóricos de Víctor. 

Una característica de Contreras es que a diferencia de la tendencia actual de escultores que sólo diseñan sus obras para que otros más las realicen, el maestro se involucra y concreta cada detalle de sus creaciones. Además, “Todo es hecho a mano, no con fundición”. Por ello el proceso creativo de sus piezas puede demorarse por años, como sucedió con “Inmolación de Quetzalcóatl”, conjunto escultórico que se aprecia en la Plaza Tapatía de la capital de Jalisco. Para confeccionar esta gran serpiente tardó cinco años, platicó Víctor al rememorar la anécdota de cuando presentó el boceto en bronce a José López Portillo, entonces Presidente de México.

Una vez aceptado el proyecto, lo siguiente fue establecer el pago por su labor: Víctor Manuel decidió solicitar sólo el material, a pesar de que recibió más de un comentario en el que le aseguraban que pudo haberle “sacado” más dinero al gobierno. Pero para el artista el pago mismo era la oportunidad de “dejar algo mi tierra”. Otra peripecia que pasó la construcción de “Inmolación de Quetzalcóatl” fue el hecho de que se vendieron terrenos contiguos de la plaza, hecho por el que se tuvo que reducir el tamaño de las fuentes. En el simbolismo, en la parte baja se halla la luna, representación del tiempo y del origen, mientras que en las estructuras se muestra al hombre, la serpiente y el ave, símbolos de lo físico, lo mental y lo espiritual.

Para Víctor, colocar una escultura monumental como emblema de Quetzalcóatl en el centro de una ciudad criolla, como Guadalajara, fue también un gesto de voltear la mirada a las raíces. Además de lo simbólico y el hecho estético de esculpir, al hacer esculturas de proporciones monumentales el artista está consciente de que la obra urbana debe tomar en cuenta también la arquitectura que rodeará las piezas: “En forma, ritmo y volumen, la escultura urbana debe integrarse a esa arquitectura”.

Con otro grande

Otra anécdota que compartió Contreras fue su encuentro con David Alfaro Siqueiros, en Chilpancingo. Allí trabajó el conjunto “Himno al trabajo” y “Hombre hacia el futuro”: cuando lo hacía, el muralista mexicano pasó y lo vio trabajar. Lo invitó a ir a su taller en la Ciudad de México para que colaborara con él: “Así podrá decir que trabajó con el maestro Siqueiros”, fue el argumento de David Alfaro para tratarlo de convencer. Sin embargo, Víctor Manuel ya había adquirido el compromiso de concluir su obra en Guerrero, así que declinó la invitación con jiribilla: “Mejor quédese usted, y así podrá decir que trabajó con Contreras”, le dijo a Siqueiros. Para el mismo Estado de Guerrero, en 1973 el artista diseñó y forjó el escudo de armas de la entidad.

En cuanto a posturas ideológicas entre izquierda y derecha dentro del arte, Víctor prefiere primar la expresión artística como eje central de la creación. Para Contreras, “La misión del arte es enriquecer la vida en sus dichas, y empobrecerla en sus desdichas”. 

Algunas esculturas de Contreras coinciden con la presencia de seres que vuelan: palomas, mariposas y águilas. De estas últimas, con estas últimas el escultor realizó “Volemos juntos”, una gran pieza que forma parte de una colección privada. En el catálogo de sus obras se observan dos águilas que se encuentran, representando el águila prehispánica y el águila en el México. El uso simbólico de esta ave, “única que mira de frente al Sol”, recalca el artista, es común en muchas culturas alrededor del mundo. En la India con la deidad Vishnú que en muchas representaciones iconográficas aparece retratado con águilas, la fundación de Roma por Rómulo y Remo con el paso de las águilas como señal divina o la fundación de la gran Tenochtitlán, recuerda Contreras.

A sus 75 años, Víctor continúa trabajando. Entre sus esculturas recientes está “La Tierra”, todavía en el taller, donde la alegoría surge desde la base con cuatro figuras antropomorfas, cada una representando las razas humanas. Se dan la mano, creando un espacio vacío que evoca un corazón. El trabajo, mano a mano, dice Contreras, es lo que nos puede unir con los hombres.

Una de sus obras muestra una tríada de mariposas aleteando en la quietud del material. “Almas en vuelo” es el título; de sus protagonistas, el escultor señala que las mariposas, con el vuelo más sutil que realizan por el aire, pueden ofrecernos una experiencia mística. Unas de esas mariposas se hallan en París, en la sede de la UNESCO. Fue uno de los motivos por los cuales la WFUCA decidió entregarle el reconocimiento el pasado mes de enero en su ciudad de residencia, Cuernavaca. De manos de la embajadora de la WFUCA, Harriet Turner, Víctor Manuel Contreras recibió dicha condecoración por su gran carrera.

Tapatío

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