Uno de los célebres sonetos de Jorge Luis Borges sobre el ajedrez dice “Dios mueve al jugador y este, la pieza. / ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza…?”. De igual manera, el narrador mueve a los personajes que mueven las piezas, cuando se trata de una novela de ajedrez. El escritor argentino Ariel Magnus publicó en el sello editorial Tusquets su nueva novela “El que mueve las piezas”, un relato alrededor del tablero y el milenario juego.Un poco de metaliteratura, un tanto autorreferencial y una trama ubicada en Argentina a mediados del siglo XX, esta nueva publicación de Magnus revitaliza la presencia del ajedrez en la literatura, con una historia que igualmente abreva de una larga tradición. En el comienzo del libro Ariel abre con la referencia a Stefan Zweig y su famosa “La novela de ajedrez”, cuyo protagonista Mirko Czentovic reaparece entre los personajes narrados por Magnus, surgidos de la realidad. O al menos eso plantea esta ficción, pues el epígrafe nos lo recuerda: “No hay más verdadera historia que la novela” (Miguel de Unamuno, justo en su texto “La novela de don Sandalio, jugador de ajedrez”).Ariel Magnus no conoció en persona su abuelo, Heinz Magnus, un emigrado alemán que huyó de los nazis. Pero sí lo conoció a través de las palabras, tras encontrar su diario personal que lo orilló a reconstruir la anécdota de un torneo de ajedrez en la capital bonaerense en 1939. Dentro del juego de la ficción, el nieto no solo dialoga con el abuelo con la lectura y traducción de su diario (escrito en alemán), pues también entablan un diálogo metaficcional en la actualidad.El torneo convocó a figuras internacionales del tablero provenientes de Rusia, Alemania y otros países, en una analogía de la guerra que estaba por comenzar en Europa. Entre los que acudieron al llamado, además del ficticio Czentovic, estuvo Sonja Graf, jugadora de ajedrez que se afincó en Argentina al estallar la guerra.A la par de su actividad con las piezas, Sonja escribió en español “Así juega una mujer” y “Yo soy Susann”, libros de memorias que alimentaron también el imaginario de “El que mueve las piezas” para la creación de su personaje dentro de la novela. Junto con el diario del abuelo, Magnus reconstruye un pasado posible, igual a como reconstruimos y solucionamos las partidas y problemas del ajedrez: tratando de atar los cabos, exponiendo las posibilidades y, sobre todo, haciendo pasar un buen rato al lector.Borges no fue el único en inspirarse para poetizar el ajedrez: el poeta portugués Fernando Pessoa escribió “Oí contar que otrora”, un poema narrativo que expone la abstracción que puede logar concentrarse en las piezas blancas y negras. De los narradores o ensayistas que centraron su pluma en los 64 escaques, algunos con títulos disponibles en librerías son:-Stefan Zweig, “Novela de ajedrez”, ed. Acantilado A la par del mencionado Mirko Czentovic, el otro protagonista de esta novela breve es Dr. B, pasajero del mismo barco que traslada a Mirko al torneo argentino. Aislado por el nazismo, el Dr. B pasó su encierro acompañado solo por un manual de ajedrez, gracias al cual dominó el juego sin tocar una pieza, solo con los movimientos dentro de su cabeza. -Vladimir Nabokov, “La defensa”, ed. Anagrama Gran amante del ajedrez, Nabokov tomó al tablero como tema y metáfora de la realidad. En esta novela (llevada al cine en 2000 por Marleen Gorris) el protagonista Luzhin se refugia de las adversidades en las casillas del juego, aunque su obsesión le será contraproducente. - Vladimir Nabokov, “Desde que te vi morir”, ed. Alfaguara Un libro menos popular que la novela de La defensa, este ejemplar compila problemas de ajedrez imaginados por Nabokov, además de poemas en traducción de Félix de Azúa. Se incluye también una serie de ensayos de Javier Marías, sobre Vladimir. -Luis Ignacio Helguera, “Peón aislado”. Ensayos sobre ajedrez, ed. UNAM Un anecdotario sobre Juan José Arreola y el ajedrez. El mexicano Helguera ensayó e interpretó el gusto del zapotlense por este juego, en un breve libro cargado de referencias a la cultura europea y al círculo de amigos y literatos cercanos a Arreola. -Vicente Preciado Zacarías, “El jugador de medianoche: Partidas de ajedrez entre Juan José Arreola y el Diablo”, ed. Página Seis Otro sobre Arreola, pero ahora con el registro de las partidas que entabló con el Diablo… no Satanás, sino un jugador zapotlense apodado el Diablo. Con edición de Vicente Preciado, también autor de “Apuntes de Arreola en Zapotlán”, un extenso anecdotario del escritor. -Arturo Pérez-Reverte, “La tabla de Flandes”, ed. Alfaguara Tal vez el opuesto literario de “El que mueve las piezas”, esta novela del español es un thriller en el que lo sucedido sobre el tablero es un reflejo de la realidad. O viceversa. La trama policiaca se cruza con la histórica gracias a Julia, protagonista que trabaja como restauradora de arte y que se topará con un doble problema por resolver en el tablero. -Émile Zola, “La bestia humana”, ed. Capitan Swing La última recomendación no toca el tema del ajedrez, pero sí está presente en la novela “El que mueve las piezas” de Ariel Magnus: sus personajes Heinz Magnus y Sonja planean ir al cine para ver “La bestia humana de Jean Renoir” (de 1938), basada en el libro homónimo de Zola. Del diario de Magnus se incluye una especie de reseña sobre el clásico francés (literario y cinematográfico).LEE MÁS del Suplemento Tapatío cada domingo en la edición impresa de EL INFORMADOR o consulta la edición hojeable a continuación: