Las elecciones son certidumbre en las reglas e incertidumbre en el resultado. La democracia asegura un piso normativo mínimo, un entendimiento sobre las reglas del juego entre los actores políticos, pero siempre manteniendo el velo de incertidumbre sobre el resultado. En el viejo régimen, los más de 70 años de hegemonía indiscutible del partidazo, votar significaba avalar un sistema que cooptaba la voluntad de los ciudadanos y en donde siempre teníamos garantizado que el PRI gobernaría. A diferencia de lo que debe ser la democracia, durante todas esas décadas, había incertidumbre en las reglas-robo de urnas, compra de votos, fraude- y certidumbre en el resultado-el tricolor siempre ganaba.El proceso electoral comenzó en Jalisco hace dos meses. Tenemos un órgano electoral renovado y los candidatos independientes buscarán, muy pronto, el aval de las firmas. Los partidos políticos se preparan para organizar sus procesos internos de selección de candidatos en diciembre y estamos a 10 días de que venza el plazo para registrar alianzas y coaliciones. Y, sin embargo, nos movemos en una aparente “inevitabilidad”: ¿es un hecho que Enrique Alfaro será gobernador? ¿Existe en el PRI algún aspirante que pueda plantarle cara al actual alcalde de Guadalajara? Revisemos algunos factores de la elección.Primero: las alianzas. El Frente Ciudadano por México-así denominado por ellos mismos-, que coaliga a PAN, PRD y MC a nivel nacional, ha tenido un pequeño impulso local en esta semana. Si hace algunos días, los líderes políticos de PAN y MC descartaban una alianza en Jalisco, en estos momentos acercan posturas. Un posible acuerdo evitaría la fragmentación y tendría como corolario el apoyo del PAN a Enrique Alfaro como candidato a gobernador. Una coalición de este tipo tendría un efecto innegable sobre el PAN: ¿cómo construir un proyecto autónomo o incluso oposición frente a un eventual Alfaro gobernador, si fuiste parte de su coalición? Y también para MC: ¿realmente es creíble un discurso de cambio en el Estado si vas de la mano con el partido que gobernó 18 años Jalisco y que se fue a tercera posición luego de la administración de Emilio González Márquez? Más allá del pragmatismo de ambos bandos-fortalecer su coalición y limitar la fragmentación, en el caso de Alfaro, y diputados y presidencias municipales para el PAN- no veo la rentabilidad social de la coalición.Dentro de las alianzas aparece el factor Verde. No sabemos si el PRI y el Verde irán en coalición en Jalisco. El Verde “vende caro su amor” y el PRI local no parece dispuesto a asumir el costo. En la última elección, muchos priistas reclamaron el trato favorable a los del Tucán en la designación de candidatos-tres diputados tiene el PVEM.El factor gobernador. Si en algo coinciden todas las encuestas, las públicas y las privadas, es en reafirmar el desgaste de la marca PRI y, al mismo tiempo, enfatizar que Aristóteles Sandoval es uno de los pocos gobernantes priistas que se salvan de dicho rechazo público. Hoy en día, el gobernador, por su estilo de ejercer el poder, no ha tenido la capacidad de potenciar a algún miembro de su gabinete como aspirante sólido a la Gubernatura del Estado. Al final, un factor innegable de estos comicios es medir si la aprobación de Aristóteles Sandoval matiza o modera la caída electoral del PRI, que marcan todos los estudios demoscópicos. El PRI Jalisco tiene un problema serio cuando su único activo electoral, en estos momentos, es quien está a un año de dejar Casa Jalisco.Otro elemento de relevancia electoral es comprobar si Alfaro sigue siendo un imán de votos como lo fue en 2015. La fuerza electoral del ahora alcalde de Guadalajara permitió que María Elena Limón y Pablo Lemus ganaran sus respectivos ayuntamientos. Ninguna encuesta los colocaba en la cima y, sin embargo, la “ola naranja” tuvo como consecuencia que MC gobierne al 90% de los habitantes de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Sin embargo, Alfaro ha tomado decisiones, gobernado, y eso genera desgaste automático. Sólo volteemos a ver 2012, Aristóteles Sandoval fue electo gobernador de Jalisco sin el apoyo del municipio que encabezó-Guadalajara. ¿Qué costo en las urnas tendrá algunas decisiones que ha tomado Enrique Alfaro? ¿Será, todavía, el depositario del voto de aquellos que se identifican con el antipriismo o con el antisistema?Pedro Kumamoto también mueve el tablero político en Jalisco. Su apuesta por ser senador por la vía independiente tranquilizó a algunos y preocupó a otros. Si la elección se estructura en torno a las coordenadas: sistema/antisistema, Kumamoto tiene posibilidades de ser senador y construir una candidatura sólida en todo el Estado. Si, por el contrario, es el antipriismo vs. El priismo, el independiente tendrá que navegar a contracorriente y disputar dicho espacio con MC. Sin embargo, aunque no falta quien subestime la capacidad electoral de Kumamoto, el ex diputado demostró en el Distrito 10 que es capaz de construir una campaña sólida frente a las maquinarias de los partidos políticos. Su empuje en Zona Metropolitana y en las ciudades medias, conectadas a internet, y a las redes sociales, será fundamental.Durante noviembre se definen muchas candidaturas y la cohesión de los partidos políticos es otro elemento de suma importancia. MC apelará a mantener al mismo grupo político en las candidaturas: Ismael del Toro a Guadalajara; Pablo Lemus a Zapopan; María Elena Limón a Tlaquepaque, y Salvador Zamora a Tlajomulco. Alberto Uribe pasa a la campaña de Alfaro. En el PRI, la disputa está más abierta: para enfrentar a Alfaro, en la contienda estatal, están Arturo Zamora o Eduardo Almaguer, el primero con el apoyo del CEN y el segundo como cuadro del gobernador; en Guadalajara, Miguel Castro o el propio Almaguer; en Tlaquepaque, el feudo de los “Barba”, podría ser Joaquín Portilla o algún miembro de la familia “Barba”. En Tlajomulco y Tonalá el debate está abierto. No se aprecian riesgos de ruptura ni en el PRI ni en MC, pero la prueba de fuego será cuando los partidos se decanten abiertamente por candidatos y confeccionen las listas electorales.La elección de 2018 en Jalisco está más abierta de lo que muchos consideran. Alfaro parte con innegable ventaja, una posición similar o incluso más ventajosa que la que tenía Aristóteles Sandoval en 2012, pero hay muchos factores nacionales y locales que podrían mover el tablero en Jalisco. Lo cierto es que elección tras elección vemos más fragmentación, menos dominio del bipartidismo, y más incógnitas sobre la mesa. Ésa es siempre una buena noticia para la democracia.