Sábado, 21 de Septiembre 2024

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Carta de amor a Yahualica

Una de las ciudades más bellas de los Altos de Jalisco es también un punto irresistible a visitar por todo viajero que ande detrás de un destino especial

Por: Francisco González

Carta de amor a Yahualica

Carta de amor a Yahualica

Muchos viajes y amaneceres han pasado desde la primera visita que hice a Yahualica. Pero como una ola de mar, la imagen de esta ciudad alteña regresa a mi corazón una y otra vez, siempre brillante, siempre llena de vida. En mi mente vive eternamente la imagen de una ciudad alteña, matices rosas y sabores intensos. Rodeada de cerros, con una meseta armada de calles sinuosas y “cansonas”.

Lucero de la región alteña y orgullosa de su cantera rosa, Yahualica tiene siempre una sorpresa para el aventurero curioso, el paseante casual y el hijo pródigo que regresa. Por estas fechas, los cerros que rodean a la ciudad se pintan de un verde intenso, casi salvaje, que hacen brillar todavía más, si es posible, la cantera colorada del primer cuadro de la ciudad.

El quiosco de cantera rosa del corazón de Yahualica es uno de los testimonios más bellos de la maestría con la que se ha trabajado la cantera durante generaciones en la región de los Altos. Pero cuando hablamos de esta ciudad y su belleza arquitectónica, es imposible no detenerse en sus edificaciones religiosas.

La más espectacular, por dimensiones, complejidad en su labrado y relevancia social, es el templo Parroquial de San Miguel Arcángel, con sus dos torres trabajadas finamente en cantera y su espectacular altar mayor, donde se encuentra la imagen de El Señor del Encino, patrono de la ciudad (con San Miguel) y cuya devoción de desborda en las urbes y localidades aledañas.

No hay palabras justas para describir el placer de disfrutar de la gastronomía de Yahualica desde alguno de sus céntricos portales mientras una suave lluvia de verano cae, creando un caprichoso juego de luces entre el alumbrado y la cantera rosa.

¡Ah, porque comer aquí es una experiencia mágica! Uno de los motivos que me han impulsado a emprender la aventura a través de distintos pueblos de Los Altos de Jalisco, es la gastronomía. Y es que sí, ya sean unos chilaquiles, un taco o hasta la quesadilla más sencilla, en aquellas latitudes tienen una sazón peculiar, y en Yahualica los sabores adquieren un matiz picante.

Las fondas de la ciudad rebosan en sabores, apoyados especialmente por el chile de árbol, que recién presume su Denominación de Origen para todo el mundo.  Desde los lonches calientes hasta los cueritos, pasando por los duros, flautas, enchiladas, quesadillas y no se diga los chilaquiles. Aquí el antojo muere cuando el plato llega a la mesa. Se come y se disfruta.

Luego de conocer su gente y sus sabores, su fe infinita y los sabores inmensos, Yahualica deja de ser una ciudad más en el mapa y se vuelve un terruño atesorado en el alma. Después de ella vendrán otros destinos y amaneceres, pero el eco de esta urbe alteña permanecerá inalterado, con sus matices rosas y sazones rojos. La promesa de volver está siempre presente y sirva como muestra de tal intención, esta carta de amor.

Disfruta su sabor

Restauran Quirarte (calle Ramón Corona 59, a media cuadra de la terminal de autobuses de Yahualica), ofrece el lonche caliente especial, quesadillas y bistec ranchero.

Tapatío

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