Jueves, 28 de Noviembre 2024
Suplementos | Primer domingo de Cuaresma

“Atacados... pero no vencidos”

Este primer domingo de cuaresma, el evangelista san Lucas nos presenta las tentaciones que el demonio le tiende a Jesús en el desierto

Por: Dinámica pastoral UNIVA

«El Espíritu llevó a Jesús al desierto; ahí lo tentó el demonio». WIKIMEDIA/La tentación de Jesús, Ary Scheffer

«El Espíritu llevó a Jesús al desierto; ahí lo tentó el demonio». WIKIMEDIA/La tentación de Jesús, Ary Scheffer

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

Dt 26, 4-10.

Profesión de fe del pueblo escogido

«En aquel tiempo, dijo Moisés al pueblo: “Cuando presentes las primicias de tus cosechas, el sacerdote tomará el cesto de tus manos y lo pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tú dirás estas palabras ante el Señor, tu Dios:

‘Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto y se estableció allí con muy pocas personas; pero luego creció hasta convertirse en una gran nación, potente y numerosa.

Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra humillación, nuestros trabajos y nuestra angustia. El Señor nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo protector, con un terror muy grande, entre señales y portentos; nos trajo a este país y nos dio esta tierra, que mana leche y miel. Por eso ahora yo traigo aquí las primicias de la tierra que tú, Señor, me has dado’.

Una vez que hayas dejado tus primicias ante el Señor, te postrarás ante él para adorarlo’’».

SEGUNDA LECTURA

Rm 10, 8-13,

Profesión de fe del que cree en Jesucristo

«Hermanos: La Escritura afirma: Muy a tu alcance, en tu boca y en tu corazón, se encuentra la salvación, esto es, el asunto de la fe que predicamos. Porque basta que cada uno declare con su boca que Jesús es el Señor y que crea en su corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, para que pueda salvarse.

En efecto, hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad y declarar con la boca para alcanzar la salvación. Por eso dice la Escritura: Ninguno que crea en él quedará defraudado, porque no existe diferencia entre judío y no judío, ya que uno mismo es el Señor de todos, espléndido con todos los que lo invocan, pues todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por él».

EVANGELIO

Lc 4, 1-13.

«En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio.

No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”.

Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: “A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras”. Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo servirás”.

Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras”. Pero Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.

Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de él, hasta que llegara la hora».

“Atacados... pero no vencidos”

Este primer domingo de cuaresma, el evangelista san Lucas nos presenta las tentaciones que el demonio le tiende a Jesús en el desierto, situación que nos evoca no solo las ambiciones que tocan la naturaleza del hombre, sino sobre todo nos coloca en la verdadera fuerza que viene de Dios.

Jesús se dirige al desierto, a un lugar que es considerado desde la tradición como el lugar con alto contenido espiritual, lugar donde se puede encontrar con Dios, pero también se corre el riesgo de encontrarse con el demonio; el adentrarse a esta realidad espiritual, no es motivado por la simple fuerza de voluntad de Jesús, sino sobre todo es movida por la acción del Espíritu Santo.

Una vez concluido el tiempo adecuado y propicio en el que Jesús centra y fortalece su conexión con Dios, su Padre, siente hambre como el signo claro de que indudablemente se requiere del aspecto humano y espiritual para hablar de una verdadera humanidad, que muestra al hombre su constitución más profunda.

La primera de las tentaciones, la de convertir las piedras en panes, toca una de las principales ambiciones del hombre, la de sentirnos superiores, la de sentirnos dioses que son capaces de transformar lo que sea a voluntad, la de hacer la propia voluntad a pesar de los demás, la de pasar por encima de la naturaleza misma de las cosas y de las personas.

En la segunda de las tentaciones, el demonio lleva a Jesús a un monte alto, pretende engañarlo y someter su humana voluntad al servicio de los reinos de este mundo, es decir, de un servilismo que no es capaz de planificar al hombre, de un servilismo que condena a quien lo vive a una existencia vacía y llena de amarguras.

Ya en la tercera tentación el demonio atenta con la ambición que el hombre puede tener de llevar una santidad de vida, al margen de Dios, pareciera absurdo, pero esa es precisamente la propuesta, es la tentación de vivir una supuesta espiritualidad, pero ausente de la presencia de Dios y de la acción de su gracia en cada uno de nosotros, es preferir la bondad, el bien, la verdad, la santidad aparente que brota del hombre, pero no de Dios.

Estas tentaciones con las que el demonio atenta contra la humanidad de Jesús, se ven diezmadas y vencidas por Jesús, con tres sencillos argumentos que encierran una profundidad teológica que denotan la seguridad, identidad y confianza que Jesús tiene en su Padre, el cual lo ha fortalecido y le ha comunicado su misión particular.

Preparémonos esta cuaresma para dar un verdadero fruto de conversión, estemos dispuestos a reconocer que somos hijos de Dios, mas no dioses; aceptemos que en el servicio a los demás radica la verdadera libertad, que en el servicio está la verdadera gloria y esplendor que alguien puede tener; y recordemos que el llamado a la santidad tiene su fundamento en la confianza puesta única y exclusivamente en Dios, pidámosle al Señor esta gracia y dispongamos el corazón para sentir el abrazo de su gracia.

La política como cuestión del corazón

La invasión a Ucrania ha provocado que miles de personas huyan a países vecinos, muchísimas más permanecen escondidas en los refugios contra bombas, en medio de la angustia y la incertidumbre. Ninguna nación o persona, por poderosa que sea, tiene el derecho de imponerse ante otra y maltratarla, oprimirla e imponerle la esclavitud de la guerra: “Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud” (Dt 26, 6).

El ser y estar de cualquier persona se construye únicamente en la interrelación, en la religación con todos los seres donde pulsa la vida, particularmente reconociendo la dignidad y sacralidad de los otros que son nuestros prójimos. No hay política que pueda sustentar hechos malévolos como esta invasión rusa. La verdadera política, como reflexionamos en un módulo del ITESO sobre Discernimiento Cristiano y Praxis Política, es aquella energía que brota de nuestro interior y nos mueve a la acción en un compromiso militante que nos impulsa a luchar por la transformación de las sociedades, para que las personas y la tierra no sean mercancía para la acumulación de capital. Como dice la sabiduría Sioux: “Al romperse el lazo sagrado con la vida, el corazón del ser humano se endurece, así el hombre sólo se irrespetará a sí mismo, y a todo aquello donde la vida crece”. Esto último trae a la mente las palabras de san Pablo: “con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación” (Rom 10, 10).

Así, la verdadera política únicamente se hace desde el amor, desde el Espíritu que es Amor. Por ello, la política necesariamente ha de ser espiritual, o bien, “la espiritualidad es la forma más alta de la conciencia política”, conciencia que se nutre del amor al prójimo y a la creación. El corazón humano es el espacio espiritual y político de la creación entera, y la política es una cuestión del corazón.

Unámonos en espíritu y verdad a nuestros hermanos y hermanas de Ucrania, a nuestros colegas de la universidad de Kiev, al inicio de esta cuaresma, en ayuno y oración.

Gerardo Valenzuela, SJ - ITESO

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones