Rompe con la rutina. Algunos viajes comienzan antes de subir al auto, al avión o al autobús. Algunas aventuras nos piden abandonar los senderos que ya conocemos para comenzar a explorar terrenos vírgenes, alejados de “lo de siempre” o la salida por compromiso. Algunas aventuras nos pedirán que dejemos de ponerle atención al celular y a las peticiones del jefe para que “le echemos la mano” con tal o cual urgencia falsa y mejor abracemos nuestro corazón y las experiencias que hagan un poquito más grandes nuestras almas y mentes. Algunas veces la brújula nos llevará a Zacualpan de Amilpas.Es imposible definir Zacualpan de Amilpas en meras palabras. Aquí, para describir el mundo, se usan las emociones sembradas en la piel. ¿Y qué se puede decir sobre este encantador rincón de nuestro país? Que es la tierra donde se detuvo la primavera. Donde la historia decidió transcurrir con mayor lentitud y los amaneceres se disfrutan más. Es un pedazo de Morelos, pleno en caminos de verdor eterno, sabores intensos y leyendas ocultas en cada rincón.Bastan unos pasos para entender que esta no es una ciudad más. Zacualpan de Amilpas, tierra de secretos estremecedores y donde los milagros se esconden detrás de cada rincón. Ciudad silenciosa que sin embargo se abre para recibir aventuras. ¿El ambiente? Inmejorable, rodeado por un espacio bosque semi-tropical.Zacualpan es una de las joyas más preciadas de Morelos, pero también una de las menos conocidas. No, no es Cuernavaca, pero tiene poco que envidiar. Sus calles tienen un aroma peculiar donde se mezclan el pasado y presente. Serpenteantes, llenas de edificios clásicos y tradiciones con raíces en la Nueva España o incluso antes. Aquí los años coloniales quedaron grabados en roca, y el México independiente sigue creciendo.Al Noroeste del Estado de Morelos, Zacualpan de Amilpas colinda con Puebla y los municipios de Ocuituco y Yecapixtla.Me gustan las ciudades y los pueblos que piden a gritos se recorridos a pie. Y eso sucede aquí en Zacualpan. Lo primero que llama la atención cuando recorres sus calles no es lo que se ve, sino lo que se siente. Como si las manecillas del reloj se resistieran con todas sus fuerzas a avanzar. Como si el tiempo hubiera encontrado la cuna en la cual recostarse.Comenzamos el recorrido pos Zacualpan y lo primero que llama la atención es el Ex Convento de la Inmaculada Concepción, un tesoro arquitectónico que comenzó a levantarse en el siglo XVI y que se integró a la llamada “Ruta de conventos”, camino declarado patrimonio turístico por parte de la Unesco.También está el templo de la Inmaculada Concepción, centro de la vida religiosa y social de esta ciudad morelense. Un buen momento para conocerlo es el primer domingo de octubre, cuando celebra sus fiestas en honor a la Virgen del Rosario, patrona del pueblo. Si quieres un pretexto para ir antes, asiste del 12 al 16 de agosto, cuando se lleva a cabo la Feria de Tlacotepec, en honor a la patrona del pueblo, la Virgen de la Asunción.Zacualpan conserva algunas tradiciones que se remontan a los primeros años de nuestra nación. Por ejemplo, es famoso el “curado”, un aguardiente de caña de azúcar que se prepara con frutas natural cuyo sabor bien merece ser experimentado por todo viajero.Para aquellos que busquen descansar en Zacualpan y explorar la región, uno de los mejores lugares para quedarse es La Casa de los Árboles, un hotel-spa logístico donde se amalgaman la naturaleza y el sabor de las antiguas haciendas mexicanas en un rincón que invita a la relajación.¿Una curiosidad? Sus 60 habitaciones se encuentran decoradas en cuatro diferentes estilos: Zen, tailandesa, tailandesa moderna y Zacualpan. Todos los detalles, e incluso la orientación del hotel, están cuidados para que sea un descanso memorable.• La Hacienda Chicomochelo: Construida entre 1600 y 1650, fue abandonada poco antes de la época de la lucha Independentista.• Hacienda Cuautepec: Levantada en el siglo XVI, su esplendor se debió a la industria azucarera.• Convento de la Inmaculada Concepción: Aquí comenzó la conquista espiritual de la región en 1533. Cuenta con incontables tesoros arquitectónicos.