Viernes, 22 de Noviembre 2024

Ni el cansancio ni el sismo merma la fe de quienes visitan a la Virgen de Guadalupe

Luego de la crisis ocasionada por la pandemia de COVID-19, ahora, el recinto mariano donde se venera la imagen de la Virgen de Guadalupe, vuelve a lucir repleto de fieles

Por: SUN .

Peregrinos acampan en el exterior de la Basílica de Guadalupe previo a la celebración del 12 de diciembre. AFP / N. Asfouri

Peregrinos acampan en el exterior de la Basílica de Guadalupe previo a la celebración del 12 de diciembre. AFP / N. Asfouri

La Basílica de Guadalupe volvió a lucir como años anteriores. Luego de la crisis ocasionada por la pandemia de COVID-19, ahora, el recinto mariano donde se venera la imagen de la Virgen de Guadalupe, vuelve a lucir repleto de fieles. Hasta la noche de ayer, autoridades de la Ciudad de México, señalaban que eran poco más de 3 millones de personas los que acudían al Cerro del Tepeyac a agradecer los favores recibidos o a pedir más.

Ni el temblor frenó la fiesta de la Virgen de Guadalupe

Sin medidas sanitarias y hasta con un temblor, luego de dos años de restricciones para acceder a la Basílica por la pandemia de COVID-19, más de 3 millones 100 mil feligreses celebraron a la Virgen de Guadalupe en el 491 aniversario de su aparición.

Con las rodillas hechas trizas, ensangrentadas, el cuerpo deshidratado y cansado fue como miles de peregrinos y fieles llegaron a ver a la Virgen.

Las caravanas arribaron de todos lados: Puebla, Veracruz, Tlaxcala y Querétaro, los más escandalosos, pues traían mariachis, porras y batucadas.

La algarabía estaba a flor de piel, luego de dos años de pandemia en lo que la visita fue controlada; ahora esos días quedaron atrás y los fieles no desaprovecharon.

En días previos, la Basílica de Guadalupe comenzó a recibir a los creyentes, que en peregrinación, en bicicletas, en motos o a pie, acudieron para conmemorar un aniversario más de la Virgen del Tepeyac.

En este lugar pareciera que el oscuro paisaje que la pandemia de COVID-19 dejó en el país, quedó en el pasado: cientos de feligreses que acudieron lo hicieron sin cubrebocas o sin reparar en las medidas sanitarias. Contrario a esa incertidumbre, el clamor por visitar a la morenita de México se manifestó en danzas, cantos y visitas familiares.

Fieles no sienten el sismo

Ni el sismo que se registró durante la mañana en la Ciudad de México mermó el ánimo de los feligreses. A algunos la alerta sísmica solamente los despertó, otros ni lo sintieron, como Zenón, quien acudió desde Tlaxcala.

"Nosotros estábamos en la misa matutina. De pronto empezó a sonar la alerta sísmica. Todos salieron tranquilos. Nada de gritos ni empujones. El padre que estaba dando la misa nos dijo: 'No pasa nada, salgamos tranquilos y en paz'. La verdad ni se sintió", mencionó.

Cansados, pero con fe a la Virgen de Guadalupe

Pasado el percance, que de momento se creyó opacaría la celebración, los cientos de fieles siguieron llegando al recinto. Unos lo hacían cumpliendo mandas de rodillas, como Miguel, quien llegó desde Atlixco, Puebla.

Luego de atravesar arrodillado toda la calzada de Guadalupe, implorando fuerza, se desvaneció en el Puente Papal, por lo que fue atendido por los médicos de la Basílica.

Algunos feligreses cumplieron mandas menos extenuantes, como la familia Lima Cano, quienes regalaron agua y alimentos a los creyentes guadalupanos en su camino.

"Esto es para darle gracias a la Virgen por todo lo que nos ha dado, y hoy en especial para agradecer la salud de mi nieta. Es una manda que hizo mi hija porque se puso muy malita la niña", comentó Zósimo, padre de familia.

En el atrio de la Basílica, centenas de personas se tomaron fotos frente al recinto religioso, muchos de ellos en familia o en pareja, los menos llevaron a alguna persona de la tercera edad en silla de ruedas. El ambiente era festivo.

Entre decenas de casas de campaña y personas durmiendo, peregrinos de la comunidad de Santa Cruz, Ococomotla, Puebla, acompañados de mariachis, le cantaron a la Virgen.

"Lo hacemos con gusto por la morenita, ahora que podemos venir, luego de dos años de no hacerlo. Ahora es diferente, ya podemos cantarle", destacó un creyente.

Dentro del recinto, después de una kilométrica fila, los fieles que pasaban por debajo del altar agradecían, imploraban o dejaban ramos de flores.

Así, los mexicanos acudieron con fervor renovado por la Guadalupana, haciendo a un lado el miedo al coronavirus.

"No es dolor, es fe, le tengo que dar gracias". Vale más la fe que el cansancio. Sentada en el interior de la casa de campaña que instaló en el atrio de la Basílica de Guadalupe, Elizabeth Villalba comentó que llegó caminando desde San Andrés Tlalamac, en el Estado de México.

Durante un día completo caminó para llegar con gran devoción al templo mariano, que es uno de los más importantes del mundo para los católicos.

"Es una peregrinación que venimos año tras año, ya tengo seis años viniendo. Vengo, uno, por la emoción de sentir la adrenalina que se vive en el camino, y por venir a visitar a la Virgen de Guadalupe, que nos ha dado mucha ayuda y milagros", comenta.

Subraya que este año particularmente asiste para pedir por la salud de su familia, para que la Virgen la proteja de todo mal.

"Salimos a las ocho de la mañana y llegamos a las 12:30 de la madrugada. Al caminar sentía una emoción bien grande y le pedía a la Virgen que nos ayudara en el camino, aunque hubiera ámpulas y cansancio. Le pedíamos mucho que nos librara de los peligros", relata.

Asegura que a pesar de las ámpulas que tuvo y del cansancio, su fe pudo más y caminó y caminó hasta estar frente a la Virgen.

Al llegar, sus pies fueron curados y vendados por personal de Protección Civil.

Cumplir una promesa. "No es dolor, es fe, ella [la Virgen] me cumplió y le tengo que cumplir y darle muchas gracias", señala a su vez Valentín, quien llegó hincado desde Puebla; relata que prometió entrar tres años de rodillas si la Virgen le concedía que su hija naciera bien.

Recalca que en total ya lleva 16 años asistiendo al templo y que pide por su salud y la de sus seres queridos, principalmente.

Peregrinación, una tradición familiar de años

Édgar Ortiz señala que llegó caminando a la Basílica de Guadalupe desde Chilchotla, Puebla.

Salió el 5 de diciembre y ayer arribó al templo mariano para dar gracias por distintos favores recibidos.

"Venimos aproximadamente 40 caminando y 20 personas más entre choferes y cocineras", detalla el peregrino en el atrio de la Villita.

Precisa que la peregrinación es una tradición que han cumplido desde hace más de 40 años y recuerda que "ya voy peregrinando 11 años. En primer lugar, doy gracias a la Virgen porque todos estamos bien en mi familia, nos ha dado muchas cosas".

Comenta que sin duda les inculcaría esta tradición a sus hijos y destacó que es maravilloso estar frente a la "Morenita" del Tepeyac.

"Al caminar siento gusto y emoción, es un sentimiento que no se puede explicar, cada quien lo entiende a su manera. Para mí es la alegría", recalca.

Con lágrimas en el rostro, subraya que la Virgen de Guadalupe lo representa todo. Subraya: "Para mí es todo".

Édgar indica que cada ciertos kilómetros detenían su camino para descansar, tomar agua y recargar fuerzas para llegar al Cerro del Tepeyac. Sus pies ya padecían los estragos de la larga caminata.

Cada uno de los integrantes de esta peregrinación portaba una playera azul marino con la imagen de la Basílica y de la Virgen morena.

De Chilchotla a la Ciudad de México hay una distancia aproximada de 244 kilómetros, por lo que al llegar al templo los peregrinos descansan un día y posteriormente regresan a sus comunidades.

Olvidan cubrebocas. Miles de fieles olvidaron el uso del cubrebocas, aunque el riesgo de contagio de Covid-19 es latente. Édgar dijo que no usó, pues va hincado y la mascarilla le impide respirar bien.

OA

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