Domingo, 24 de Noviembre 2024

Sin mujeres no hay democracia: Flavia Freidenberg

Freidenberg indica que a pesar de los avances en México a favor de las mujeres en la política aún hace falta mucho para el control igualitario de las decisiones

Por: El Informador

Flavia Freidenberg, especialista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Cortesía de Flavia Freidenberg

Flavia Freidenberg, especialista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Cortesía de Flavia Freidenberg

Elda Tomasini

Aún cuando la presencia de las mujeres en las instituciones no garantiza por sí sola la defensa de una agenda feminista ni asegura un estilo de hacer política diferente al que ejercen los hombres, su ausencia denuncia un problema de desigualdad estructural, indica Flavia Freindenberg, especialista del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y coordinadora de la Red de Politólogas – #NoSinMujeres. Por eso celebra que la paridad en México vaya ganando terreno, aunque no sea a la velocidad deseada.

México acaba de estrenar, por primera vez en su historia, una Cámara de Diputados totalmente paritaria (250 mujeres legisladoras y 250 hombres), el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador también se ha mantenido con una presencia de mujeres nunca antes vista, y avances como el de la Suprema Corte de Justicia de la Nación respecto a no penalizar a las mujeres por abortar, han marcado importantes precedentes, pero “aún falta mucho para que esa presencia de mujeres también suponga control igualitario de las decisiones”, dice Flavia Freidenberg.

Sí, el poder formal e institucional en México se ha hecho cada vez más paritario, “pero una cosa que hemos aprendido es que tener un cargo o detentar un escaño no significa necesariamente tener el poder para hacer las transformaciones que las democracias necesitan”, indica la académica en entrevista, quien asegura que definitivamente, sin mujeres no hay democracia.

La investigadora feminista dedicada al estudio de representación política en América Latina desde 1998 y coordinadora del Observatorio de Reformas Políticas de América Latina tomó como agenda principal dese el 2013 la representación de mujeres. Ella afirma que la relación histórica entre las mujeres y la política ha sido de exclusión, sin embargo destaca todos los recientes avances, los cuales son alentadores para promover la igualdad de género, la representación política de las mujeres y leyes que impactan en una mejora en la vida de mujeres y niñas.

Flavia, también trabaja -junto con un grupo de colegas – en un proyecto de investigación llamado #RepresentaciónParitaria [@PolisParitaria] en el que evalúan los avances en la representación política de las mujeres en cada una de las 32 entidades del país; y nos adelanta que según sus estudios desde fines de la década de 1980 la representación descriptiva de las mujeres en los congresos mexicanos aumentó unos 38.5 puntos porcentuales, reduciendo con ello la brecha de género existente en la política legislativa subnacional.

¿Cómo ha sido la relación histórica de las mujeres y la política en México?

La relación histórica entre las mujeres y la política ha sido de exclusión. Ellas han tenido más dificultades que ellos para competir y acceder a los cargos de representación popular; para tomar decisiones y tener voz pública.

Aún cuando ha habido avances significativos en las últimas décadas, México es de los 85 países —dentro de los 153 integrantes del Ranking Global de la Brecha de Género— donde nunca una mujer ha ocupado la Presidencia. Ha tenido sólo nueve gobernadoras en toda su historia, sólo el 20% de las presidencias municipales y 26% de síndicas han sido ocupadas por mujeres. La experiencia muestra que el camino para generar condiciones de igualdad entre hombres y mujeres ha estado lleno de espinas.

¿Cómo se reparte el poder en México hoy?, ¿ha habido avances sustantivos en los últimos años?

México es un ejemplo de progresividad normativa, basado en la incidencia de los compromisos jurídicos internacionales sobre las reglas nacionales y estatales, la adopción de los derechos de las mujeres como derechos humanos; el intenso activismo judicial y administrativo de los organismos electorales nacionales y estatales así como también la presión generada por el litigio estratégico y la relevancia de las redes informales de mujeres feministas y del movimiento amplio de mujeres sobre el monitoreo de las reglas y las prácticas vinculadas a la participación de las mujeres. Todos estos esfuerzos han llevado a avances significativos en la presencia de las mujeres en las instituciones y también un cambio en la distribución del poder. Al menos, del poder formal.

Por primera vez en la historia del Congreso mexicano vemos una Cámara de Diputados totalmente paritaria ¿qué significa en términos reales?

El poder formal e institucional en México se ha hecho cada vez más paritario pero una cosa que hemos aprendido es que detentar un escaño o tener un cargo no significa necesariamente tener el poder para hacer las transformaciones que las democracias necesitan.

Aún cuando hoy el Congreso es paritario, el poder aún pareciera estar en manos de los hombres, quienes controlan los cargos de dirección y también la representación de los grupos parlamentarios. Aún falta mucho para que esa presencia de mujeres también suponga control igualitario de las decisiones.

Según el Índice Global de la Brecha de Género, en México existe una brecha de 75.4 puntos porcentuales (…), y si bien ha habido avances formales en términos de representación descriptiva aún quedan pendientes en términos de ejercicio del poder —representación simbólica—, y en cuanto a las agendas de género que las mujeres impulsan y se aprueban —representación sustantiva—.

Usted junto a un grupo de colegas trabajan en una investigación sobre representación política ¿cuáles han sido sus hallazgos?

Efectivamente, estamos trabajando en el proyecto de #RepresentaciónParitaria para evaluar los avances en la representación política de las mujeres de manera multidimensional en las 32 entidades federativas mexicanas. Evaluamos la representación descriptiva, sustantiva y simbólica en los dos últimos períodos legislativos y ya estamos en la parte de resultados.

Hemos encontrado cosas muy interesantes. Cuando la federación mexicana aprobó la paridad de género a nivel constitucional en 2014 y obligó a la armonización normativa a las entidades federativas, diversos estados ya contaban con estas reglas en sus regímenes electorales de género, tales como Guerrero, Tlaxcala,Campeche, Chihuahua, Chiapas y Sonora entre otros. Y los demás estados se vieron obligados a realizar reformas para incorporar el principio de la paridad en la postulación de las candidaturas.

En ese escenario, para el proceso electoral 2014-2015, 17 estados debieron apresurarse para armonizar su legislación, pero las entidades federativas mantuvieron un amplio margen de adecuación normativa. Lo que resultó en una heterogeneidad en la implementación de la paridad en las elecciones de hace 6 años.

De ahí que unos estados hayan crecido más y otros menos en cuanto a la representación descriptiva.  

Entonces a partir de esa elección (2014-2015) tres Congresos estatales tuvieron una integración (de mujeres) por encima del 50% como Chiapas (60%), Campeche (57.1%) y Querétaro (52%), mientras que la mayoría de las entidades que tuvieron elecciones apenas sobrepasaron el 30% de mujeres electas.

Ese incremento de mujeres legisladoras también se dio en el siguiente proceso 2017-2018 en el que se celebraron elecciones en 27 estados. En 12 de ellos, las mujeres ocuparon 50% o más de las curules. El estado de Morelos fue el que tuvo el porcentaje más alto de mujeres con 70%, seguido de Chiapas (65%), Tlaxcala (60%), Baja California Sur (57%), Coahuila (56%), Colima (56%), Oaxaca (55%), Hidalgo (53%), Nuevo León (52%), Querétaro (52%), Aguascalientes (52%), Campeche (51%). Al mismo tiempo, cuatro tuvieron una integración paritaria (Ciudad de México, Guanajuato, Veracruz y Zacatecas) mientras que el resto sólo tuvo menos del 50%.

Las diferencias en el funcionamiento de la paridad se explican a partir de las resistencias partidistas ante las nuevas normas que pretendían fortalecer la representación política de las mujeres, del diseño de estas normas, así como por la actuación de las autoridades electorales y la interpretación constitucional y legal de los alcances de la paridad.

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