La promesa del próximo Presidente de México de gobernar "cerca del pueblo" es radical: no vivirá en la residencia presidencial, recortará su sueldo, viajará en vuelos comerciales y rechaza tener guardaespaldas. La marca "AMLOve", de Andrés Manuel López Obrador, despierta adoración entre ciudadanos pero recelo entre expertos en seguridad.Desde las históricas elecciones del 1 de julio, cuando Morena ganó la silla presidencial mexicana de la mano de López Obrador, el político veterano -conocido como AMLO por sus iniciales- es perseguido muy de cerca por un agitado enjambre de periodistas y fanáticos."Solo vi esto con Paul McCartney", dice Giordano Garduño entre el tumulto que se formó alrededor de López Obrador el día de los comicios, cuando salió de su coche sin dispositivo de seguridad.Bajo su boina de mezclilla, este estudiante de 19 años otorgó el primer voto de su vida a AMLO, y como más de 30 millones de mexicanos (más de la mitad de los electores), confía en que gobernará "sin lujos ni privilegios".Alzando veladoras con la imagen de López Obrador y banderas con su nombre, miles de personas se aglutinaron en el Zócalo capitalino para celebrar la victoria del izquierdista de 64 años."¡Así como ustedes me quieren, yo les quiero y un poquito más!", les dijo López Obrador bajo una lluvia de confeti en el escenario de conciertos instalado para la ocasión.Sasha Vázquez, una chica de 27 años vestida al estilo hippy, estaba conmovida por haber rozado al presidente electo que asumirá funciones el 1 de diciembre."De lejos y de cerca emana buena vibra. Su amor le protege, no necesita guardaespaldas", estimó, portando una banda en su cabello que decía "Peace and AMLOve".Pero esta bucólica imagen choca contra las cifras de un país cada vez más violento: la campaña electoral fue la más sangrienta de la historia reciente con 145 políticos asesinados, mientras 2017 rompió récord de homicidios con 25.324 casos en el país.La horda de medios y ciudadanos que se aferran a la ventanilla del auto de López Obrador en sus traslados violó los protocolos de seguridad del Palacio Nacional la semana pasada, cuando el presidente electo llegó para una reunión con el saliente Mandatario Enrique Peña Nieto.Los uniformados no pudieron impedir la entrada de la muchedumbre al palacio. Una mujer se deslizó entre los empujones hasta llegar a los brazos de López Obrador, quien le correspondió con un beso en la mejilla."No quiero tener guardaespaldas, eso significa que los ciudadanos me van a cuidar (...) Sólo espero que tampoco me apachurren (aplasten)", comentó un sonriente López Obrador.Esta estrategia es un "error total, producto más del capricho que de una reflexión", zanja Alejandro Hope, ex agente de inteligencia y consultor en seguridad.En las numerosas conferencias de prensa que López Obrador ha dado desde su victoria, ha reiterado que convertirá en espacio cultural la residencia presidencial de Los Pinos, una elegante propiedad cercana al bosque de Chapultepec; que su salario será de la mitad de lo que gana Peña Nieto; que venderá el costoso avión presidencial para viajar en vuelos comerciales; y que integrará las fuerzas del Estado Mayor Presidencial al ejército para desplazarse sin seguridad."Aunque nos quedemos sin camisa, porque va a haber austeridad. Se tienen que liberar estos fondos" para programas de ayuda a jóvenes y ancianos, asegura López Obrador.Sin blindaje, AMLO se expone constantemente al contacto directo con personas que lo esperan por decenas, día y noche, afuera de su "casa de transición" para regalarle libros, ropa hecha a mano o hacerle peticiones personales."Vengo a pedirle ayuda porque mi hijo está en la cárcel desde hace cinco años injustamente", dijo Rosalía Flores, una anciana que llegó en silla de ruedas hasta la casona colonial para entregar personalmente su expediente.Junto a ella, universitarios, vecinos desalojados o campesinos inconformes esperan su turno.La ausencia de seguridad de AMLO y su casona enfrentará una prueba de fuego este viernes, con la visita de tres secretarios estadounidenses y un consejero del presidente Donald Trump.La virtual ministra de Gobernación de López Obrador, Olga Sánchez, está preocupada."El estatus jurídico, político, de gobierno de un Presidente de la República debe tener obviamente un sistema de seguridad que lo cuide, porque la gobernabilidad está en juego, la estabilidad del Estado", dijo en una entrevista a un diario de circulación nacional.Las críticas han hecho que AMLO matizara su postura y recientemente consideró tener algún sistema alternativo de seguridad.Para Hope, con o sin Estado Mayor Presidencial, alguien deberá garantizar la integridad del mandatario y su familia, el secreto de sus comunicaciones, el blindaje de su domicilio, la logística de sus viajes, la seguridad de jefes de Estado que visiten México."Saldrá más caro el caldo que las albóndigas", ironizó.OA