Antes de empezar a inyectarse heroína mezclada con fentanilo, Cirilo siempre suelta la misma indicación a la persona que esté a su lado: "En la mochila traigo naloxona, si ves que me voy a doblar, me la inyectas". La instrucción puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.La naloxona es un medicamento que bloquea los efectos de los opioides en el cuerpo y revierte una dosis potencialmente mortal. Es conocida y codiciada en las calles de Mexicali y Tijuana, Baja California, ciudades que, en años recientes, con la introducción del fentanilo, han enfrentado un incremento en las muertes por sobredosis.Los consumidores de heroína le llaman "doblarse" al momento en que sus labios y las puntas de sus dedos se pintan morados, los latidos del corazón disminuyen y la respiración se vuelve casi imperceptible. La mente se apaga y se pierde el control del cuerpo que queda encorvado y sumergido en un letargo. Es una sobredosis de opioides. Tienen menos de media hora para actuar antes de que el corazón deje de latir."Uno no se da cuenta, te pones en blanco, no hay dolor, no hay nada. Los que se dan cuenta son los que están alrededor. Si ellos tienen naloxona a la mano es lo primero que hacen, de volada. La sustancia es muy efectiva", explica Cirilo, hombre de 47 años que se inyecta desde los 18. Cuenta que una dosis de naloxona te despierta en menos de tres minutos. Lo sabe bien porque ha reanimado a varios con el medicamento y también a él se lo han aplicado, pero desde hace varias semanas Cirilo no tiene naloxona.Este medicamento llega a las manos de los consumidores de Baja California a través de organizaciones de la sociedad civil, como Verter o Prevencasa, que lo reciben donado por otras asociaciones ciudadanas de Estados Unidos y Canadá. En México, la naloxona está clasificada como un psicotrópico, y su uso está vigilado y controlado: sólo se puede utilizar en hospitales y se prescribe con receta médica. Su costo oscila entre los 500 y 800 pesos por ampolleta.Cuando no hay naloxona, las técnicas callejeras para reanimar son otras, más dolorosas, peligrosas e improbables de funcionar, como golpes en las plantas de los pies, cachetadas, hielo en el cuerpo o agua con sal inyectada en las venas. "Me han hecho volver con golpes. Es un tablazo que te duele tanto que te toca todos los nervios de la planta del pie; es la única manera que uno puede reaccionar si no tienes naloxona", relata Cirilo.Alertados por la crisis de muertes por sobredosis en la frontera norte de México, en febrero de 2021 y luego en mayo de 2022, el senador Ricardo Monreal Ávila y la senadora Olga Sánchez Cordero presentaron dos iniciativas de ley para desclasificar la naloxona. Ambos de Morena, buscaban reformar el artículo 245 de la Ley General de Salud para sacar al producto de la lista de medicamentos psicotrópicos para garantizar su libre acceso.En el primer trimestre de 2023, la Comisión de Estudios Legislativos aprobó un dictamen emanado de las dos propuestas. Obligaba a las autoridades de Salud a destinar un presupuesto para adquirir y distribuir naloxona entre las comunidades usuarias de opioides. El proyecto estaba listo para ser discutido y votado en el pleno del Senado. Sánchez Cordero ya había cabildeado un turno para subir el dictamen al pleno antes de concluir el periodo, pero este momento se frustró: la liberación de la naloxona fue congelada tras una declaración del presidente Andrés Manuel López Obrador, admite en entrevista la exsecretaria de Gobernación.¿Esto frenó el camino que llevaba la iniciativa para aprobarse?, se le pregunta a la senadora Sánchez Cordero. —Yo digo que sí, un tanto lo hizo, porque la voz del presidente de México es muy fuerte, muy poderosa, reconoce.La mañana del 11 abril de 2023, el Presidente dedicó un amplio espacio al tema en su conferencia mañanera. Dudó de sus beneficios. "Algunos pueden decir: 'Es que así no van a haber fallecimientos'. Pero ¿será que esto va a convertirse en un medicamento para que ya no haya la adicción, o es nada más prolongar la agonía?", cuestionó. La senadora subraya que las palabras del Presidente entramparon la discusión y en el Senado se comenzó a cuestionar su beneficio."Ahora me están argumentando: 'Qué barbaridad, se drogan y drogan y ahí está la medicina para seguirse drogando'. Yo no lo veo así. No veo que vaya a incrementar el número de adictos. Yo veo que una vez que eres adicto y si no tienes el acceso rápido ¿qué te pasa?, que la muerte es segura", define. El pasado 5 de febrero, el presidente López Obrador presentó un amplio paquete de iniciativas de reforma entre las que incluyó su propuesta para presuntamente resolver la crisis de los opioides: prohibir el consumo de fentanilo.Verter es una organización civil que promueve estrategias de reducción de riesgos y daños entre usuarios de sustancias psicoactivas. Está ubicada en Mexicali, a pocas cuadras del cruce fronterizo con Estados Unidos. Aquí, todos los días se distribuyen gratuitamente jeringas nuevas, condones femeninos y masculinos, toallas sanitarias, parafernalia para sustancias psicoactivas y también naloxona.Su directora, Lourdes Angulo Corral, lamenta que la respuesta del gobierno federal a la crisis de sobredosis en la frontera norte se haya enfocado en la estigmatización de la sustancia, la criminalización del consumo y la desinformación."Para afrontar este tema del fentanilo necesitamos una estrategia de salud. Hay que cuidar la vida de las personas que ya lo están consumiendo. No queremos que las personas se mueran. Tienen el derecho a la salud", argumenta la activista. Entre 2020 y 2023, Verter ha repartido gratuitamente mil 500 unidades de naloxona en versiones inyectable e inhalador. También se imparten capacitaciones al consumidor, a sus familias y a los paramédicos para enseñarles la forma de utilizar el medicamento.Angulo asegura que la mayoría de las unidades de naloxona distribuidas se utilizaron para salvar vidas, aunque otras fueron confiscadas por la Guardia Nacional (GN) o policías municipales que detienen de forma arbitraria al consumidor y le destruyen el medicamento. En un artículo publicado en la revista científica británica "The Lancet", Angulo Corral junto a otros siete investigadores de las organizaciones civiles Verter, Prevencasa y las universidades de San Diego, California y Victoria, Canadá, exponen que en México hay una política de salud fallida y pendiente para atender la crisis de opioides.Los especialistas plantean la urgencia de un sistema nacional de vigilancia de sobredosis mortales y no mortales porque consideran que en México existe un subregistro. Además, urgen a la distribución gratuita del medicamento en las entidades con mayor incidencia de consumo como Sonora, Baja California y Chihuahua. "La naloxona es segura y no tiene potencial de abuso. Es necesario fomentar un proceso activo para garantizar que el medicamento llegue a manos de las personas en mayor riesgo", se destaca. "Muchos se nos fueron"José Luis descansa en un sillón sobre la banqueta de un antiguo edificio donde se hallaba el Hotel del Migrante, un refugio para personas en situación de calle que recién cerró sus puertas. El sitio se ubica a unos 300 metros de Verter. Apenas tres años atrás, este lugar era el epicentro de una serie de potentes sobredosis de droga que eran casi imposibles de revertir.La introducción del fentanilo tomó por sorpresa a los consumidores, recuerda José Luis, persona con casi 35 años de inyectarse heroína. Las técnicas de reanimación que habían empleado por décadas ya no eran efectivas. "Con las primeras dosis de fentanilo aquí en Baja California se batalló mucho. Era muy diferente, la gente no reaccionaba. Nosotros no estábamos impuestos a darle los primeros auxilios a los compañeros. Muchos se nos fueron, ya no pudimos devolverlos", recuerda.Narra que desde que Verter inició con la repartición de naloxona y con la enseñanza de su uso, él aprendió a utilizar el medicamento inyectable y a aplicarlo en cualquier área muscular. Auxilió a decenas de compañeros y, por un tiempo, fue el responsable del botiquín con naloxona que los activistas le proporcionaron. Presume, en tono de broma, haberse convertido en el "padrino" de la naloxona. "Muchas veces, no te puedo decir que una o dos, demasiadas veces, me hice cargo del botiquín y nomás corríamos de un lado a otro. En dos ocasiones, por desgracia, se me fueron los compañeros, pero en el tiempo que ya tuvimos el botiquín sí hizo un cambio total, una oportunidad muy buena que tuvimos aquí", relata sobre su experiencia.Al momento de la entrevista, José Luis no tenía naloxona. Hace un par de semanas la Guardia Nacional le confiscó sus pertenencias y ahí perdió el último frasco. "La policía nos quita las cosas, me agarran la mochila y no dejan que saque mis cosas, ahí se llevan todo: jeringas, naloxona, todo", dijo.FS