Desde el mortal temblor del 19 de septiembre, las mujeres trabajan junto a los hombres excavando entre los escombros para buscar a posibles sobrevivientes, liderando campañas para reunir comida y medicinas para los que se quedaron sin hogar y consolando a los familiares de los fallecidos.A continuación, algunas de sus historias:La joven de 22 años estaba estudiando cuando se produjo el sismo, que cortó la luz en el edificio de su facultad. Caminó seis horas para llegar a su casa y empezó a ayudar en los rescates de inmediato. “Ayudo porque es gente que necesita apoyo, no los conozco”, dijo. “Saco escombros, traigo víveres, alimento cachorros asustados. Me siento triste por ver así la ciudad, pero me reconforta la unión entre los mexicanos. Nunca había vivido un terremoto”. “No podía estar en un casa sabiendo que la ciudad está así”. "Los últimos tres días (tras el sismo) no necesitábamos dinero, era como vivir en el socialismo", contó Monforte, voluntaria a cargo de la alimentación de los rescatistas en un inmueble que se cayó."La meta colectiva durante estos días era ayudar a otros, cuidarlos, amarlos. En cada esquina puedes encontrar a alguien dando".Campana, de 28 años, estaba fillmando una película durante el temblor y dijo que no les permitieron detener la filmación."Me sentí impotente por no poder irme de inmediato a ayudar. Crea un coflicto moral", expresó. Cuando terminó su trabajo, comenzó a ayudar como voluntaria.Villanueva perdió a sus dos hermanas, un cuñado, una sobrina y un sobrino. Todos asistían a un bautizo cuando el templo colapsó, provocando la muerte de 11 personas."Tenemos que tener voluntad porque Dios nos dejó aquí, en esta vida; estamos vivos por una razón. Hay que salir adelante sobre todo y apoyarnos unos a los otros", expresó. La pareja planeaba casarse el 23 de septiembre en el templo, pero decidieron realizar la boda en un terreno adjunto. La novia dijo que estaba muy triste, pero que es tiempo de seguir adelante. La vendedora de computadoras estaba en un supermercado en el momento del terremoto, y corrió a su casa para buscar a su hija de 11 años.Al principio se quedó en casa, pero concluyó que tenía que hacer algo. Llevó a su hija a un edificio derruido para ayudar y mostrar a la niña la importancia de ayudar siempre que sea posible ante una tragedia.“Los primeros días no había salido de mi casa por pánico. Pero decidí salir, sensibilizar a mi hija, que vea lo que está pasando para que cuando pueda ayudar, lo haga”, explicó.Equipada con un casco y un chaleco reflectante, López se sumó a la laboriosa búsqueda de sobrevivientes, removiendo montañas de restos el primer día después del sismo.“En el terremoto del 85 tenía 14 años, era Girl Scout, trabajaba en el centro de acopio ayudando, pero con miedo. En el 2017 tengo mucha fuerza y esperanza”, dijo López. “Una tragedia te hace valorar la vida y que como sociedad juntos podemos transformar un país de abajo hacia arriba con amor.Desde la base de un inmueble derruido en la Condesa, Piña se coordinó con rescatistas, médicos y equipos de ambulancias para organizar atención médica para los rescatados de entre los escombros.“No saber qué decirle a los familiares de la gente atrapada me daba impotencia”, señaló. “Saqué tres personas con vida, que valió todo el esfuerzo de esos días. Lloraba cada vez que encontraba a alguien”. Tras el sismo, Mogul fue a trabajar en un escenario diferente: un edificio de apartamentos en ruinas. Se puso un casco y empezó a cavar entre los escombros para ayudar a buscar a personas atrapadas.“Más allá de si eres hombre o mujer, uno tiene que ayudar como ser humano”, afirmó. “Encontrar gente viva o muerta, pero encontrarla para que (la gente) pueda seguir con sus vidas. No tiene que ver con el género, la edad, clase social, profesión, sino con cuáles son tus capacidades como ser humano para ayudar al otro”.Zetina está apoyando al compartir información de primera mano con familiares de Angel Javier Saucedo, de 27 años, quien estaba en un edificio de oficinas en la calle Álvaro Obregón, en la capital mexicana.La joven dijo que también pasa mensajes que no tienen relación con su primo para ayudar a los esfuerzos de comunicación. Esta voluntaria prepara alimentos para personas que se quedaron sin casa luego del temblor.