Guanajuato se ha convertido en uno de los Estados más pujantes y violentos de México. El colectivo femenino que busca desaparecidos, “Hasta Encontrarte”, señala que desde el 28 de octubre pasado, ellas y un grupo de forenses han exhumado 53 fundas con restos que intentan identificar. Unas 300 víctimas de la guerra del narco han sido halladas en circunstancias similares recientemente en Guanajuato, un polo industrial donde operan gigantes automotrices.Irapuato, Guanajuato, es el segundo municipio de México donde la gente se siente más insegura, según datos oficiales.Las disputas entre criminales alimentan la estadística que ubica al Estado como el más violento del país, con dos mil 424 homicidios de enero a septiembre pasado (casi 10% del total nacional) y dos mil 998 desaparecidos.Guanajuato tiene más de seis millones de habitantes, y en contraparte a la violencia registrada, también es un importante destino turístico que atrae a multitudes de extranjeros, principalmente a San Miguel de Allende. El pasado 9 de noviembre nueve personas fueron masacradas en un bar de Apaseo el Alto, a una hora de Irapuato. Salvo por unas manchas de sangre en la acera y una cinta de seguridad, la vida en el municipio continuó como si nada; en los últimos cinco meses, han ocurrido cinco masacres en el Estado.Cabe señalar que la criminalidad en la región es producto de la guerra entre los cárteles Nueva Generación y Santa Rosa de Lima, que comenzó su actividad con el robo de gasolinas.“Guanajuato es necesario para el trasiego de drogas, para conectar la frontera con Estados Unidos y los puertos del Pacífico Sur. Forma parte de las rutas del fentanilo y la coca”, refiere el especialista en seguridad David Saucedo. Las bandas —añade— financian su lucha con la venta local de droga, lo que explica los ataques a centros nocturnos, donde cada quien vigila que no incursione su rival.Nueve de cada 10 asesinados “tenían relación con narcomenudeo”, sostiene por su parte Sophia Huett, secretaria ejecutiva del sistema de Seguridad Pública de Guanajuato.Aunque el gobierno estatal realiza detenciones, éstas resultan insuficientes mientras no se ataque las estructuras criminales a nivel federal, apunta la funcionaria.AFP Como si se tratara de otro lugar, la planta de Mazda, en el municipio de Salamanca, trabaja como reloj para producir unas 815 unidades diarias. No es la única de su tipo en Guanajuato: Toyota tiene una en Apaseo el Grande; Honda, en Celaya, y General Motors, en Silao.Infraestructura carretera y ferroviaria, proveedores y mano de obra calificada son algunas de las razones por las que armadoras y otras industrias se instalaron en Guanajuato, el sexto Estado que más aporta al PIB mexicano (4%).“Tenemos parques industriales con proveedores a la mano certificados (...), la mano de obra, la facilidad del transporte y la comunicación con los gobiernos locales que brindaron las facilidades”, describe Jaime Contreras, gerente de manufactura en la planta de Mazda.Analistas y gente de la industria aseguran que la violencia no afecta de momento su actividad ni sus planes.“No hemos tenido noticia de que alguna inversión se haya cancelado por el tema de la inseguridad”, señala Héctor Rodríguez, líder local de la patronal Coparmex. “No por miedo a los coyotes las gallinas dejan de poner huevos”. CT