Entre las miles de mujeres que recorrieron las calles de la Ciudad de México para exigir el fin de la violencia, de los feminicidios, de la desigualdad, destacaban los rostros de chicas jóvenes, de preparatoria quizá."Somos las nietas de las que no pudieron estar aquí", clamaban.En una marea imparable, por horas y horas caminaron gritando, incansables, contra el patriarcado, contra los violadores, con imágenes de mujeres asesinadas, desaparecidas.Además de las jóvenes, iban madres, abuelas, niñas, bebés, mascotas… Y alguno que otro hombre, pancarta en mano: "Ni una más"; "Si te metes con ellas, te metes con nosotros".Iban acordonadas, organizadas, para evitar infiltrados. Las Ateneas, a las orillas, vigilantes.Pero las mujeres no querían violencia. Querían clamar por justicia, por paz. Con flores, se acercaron a la fuerza policial femenina, para regalárselas.Cerca de la Torre del Caballito, en Reforma, una pequeña con su familia esperaba avanzar. "Soy mi propia heroína", se leía en la pancarta que llevaba.Del otro lado, un grupo de mujeres bailaba al son de la música; otras brincaban al ritmo de los tambores y gritaban: "El que no brinque es macho".Avanzaban poco a poco, deteniéndose para permitir el avance de la vanguardia. El objetivo, uno solo: llegar al Zócalo capitalino.La marea se esparció por Avenida Reforma, por Juárez, por el Eje Central, por 5 de Mayo… Nada podía detenerlas, como nada parece contener la violencia de la que son las principales víctimas.En el Zócalo las esperaban elementos de la Marina. No en Michoacán, no en Guerrero, donde el narco siembra el terror. No, en la marcha por el Día Internacional de las Mujeres.Pero eso no las detuvo. Desafiantes, clamaban: "Somos las madres de las hijas que no vas a tocar". Y seguirán luchando, hasta conseguirlo.MF