El Día de Muertos es una festividad mexicana en la que se busca honrar la memoria de familiares y amigos que ya no nos acompañan. Para este propósito, en muchos hogares y escuelas se suele realizar el montaje del conocido altar de muertos. Esta composición consta de varios niveles en donde se distribuyen diversos elementos para dar la bienvenida a las almas que tienen la oportunidad de regresar a la tierra.En estos niveles, es habitual colocar platillos del gusto del o los difuntos que protagonizan el espacio de memoria, por ejemplo, mole con arroz, pan de muerto, mandarinas, calaveritas de azúcar y demás.Estos elementos comestibles suelen tener un destino distinto en cada familia; algunas deciden tirarlos a la basura, mientras que otras deciden ingerir los que todavía se encuentran en buen estado.Decidir ingerir los alimentos del altar depende de la preferencia de cada persona, pues algunos consideran que hacerlo es una falta de respeto para los fallecidos, pues, aunque no pueden ingerir la comida físicamente, sí absorben su esencia y sazón.Sin embargo, varios medios apuntan que esto solo es una creencia y que no pasa nada si una persona decide comer la ofrenda del altar, siempre y cuando la comida no esté echada a perder.En el caso de los platillos que requieren de refrigeración, por ejemplo, si han quedado expuestos toda una jornada es probable que ya no estén buenos para comer. Por otro lado, las calaveritas de azúcar, dulces de larga durabilidad, o frutas, entre otros elementos, sí pueden ser ingeridos.El pan de muerto, que suele ponerse un poco duro al estar expuesto, se puede meter unos segundos al horno microondas junto con un vaso con agua para que recupere su textura.Los alimentos que se ponen en el altar pueden ser ingeridos luego de la visita de las ánimas, es decir, después del 1 y 2 de noviembre.MBMantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de WhatsApp