Aquel 15 de septiembre de 1810 inició la lucha por la independencia de México, y estallo el 16 de septiembre, misma que culminó hasta el 1821, cuando se firmó el Acta de Independencia de México. Hoy en día, después de más de 200 años, los mexicanos continuamos festejando cada 15 de septiembre, el Día del Grito de Independencia, el país organiza una fiesta enorme en cada rincón, la cual es acompañada por la gastronomía mexicana; con alimentos típicos como los chiles en nogada, las tostadas de diversos guisados, y el sabroso pozole.Es por eso que hoy abordaremos más sobre la historia del pozole, ya que existe el rojo, el verde y el blanco, y se puede acompañar con carne de puerco, pollo e incluso con mariscos. De acuerdo al Códice Florentino o el Magliabechiano, se tiene antecedente de que los antiguos nahuas comían carne humana, en un guiso acompañado de granos de maíz, al que llamaban tlacatlaolli, que en náhuatl significa maíz de hombre.Un guerrero capturaba a un enemigo del mismo rango en el campo de batalla con el fin de obtener el ingrediente principal, después en un ritual, que se llevaba a cabo en el Templo Mayor, le sacaban el corazón al guerrero que se había capturado, ya fuera en una guerra ordinaria por parte del Imperio Mexica, o bien, en una guerra especial, exclusivamente para obtener cautivos para el sacrificio, conocidas como guerras floridas.Cuando concluía esté ritual, y se extraía el órgano vital del vencido, el cuerpo era capturado por los guerreros para llevarlo a una zona en la que se preparaba el cuerpo en piezas. La receta más común para preparar esta carne sagrada, era cociéndose en agua con maíz, que después se desmenuzaba y se utilizaba para hacer tamales o lo que ahora se conoce como pozole. Esta comida se repartía entre la familia del guerrero y los habitantes del barrio, ya que comer la carne del vencido era considerado un privilegio. En la época de la Colonia, la receta se fue modifico paulatinamente, se comenzó a preparar con los animales que los españoles trajeron de Europa, para adaptarse al calendario santoral y litúrgico de la iglesia católica.AH