Durante el transcurso de la semana, los servicios meteorológicos del país informaron que una tempestad distante se formaba en el Pacífico inmenso, y las esperanzas por la lluvia, pero también el temor por la catástrofe, se conjugaron en un nombre femenino: Beatriz. Las autoridades pertinentes centraron su vigilia en el horizonte. En las ciudades calientes, se añoró de nuevo la presencia de las lluvias, mientras que en las costas se suspiraba a manera de resignación y súplica que aquella fémina de bruma y viento transitara por las aguas sin contratiempos. Durante la madrugada del sábado, Beatriz dejó de ser considerado un Huracán de Categoría 1, y regresó a la denominación de tormenta tropical, que en su recorrido por los mares desordenó el clima de Jalisco, Michoacán y Colima, y que en concreto sorprendió a los habitantes de las playas de Manzanillo con un fenómeno conocido, pero pocas veces visto.Durante la tarde del viernes 30 de junio, en lo que Beatriz se decidía a si era o no un huracán o una tormenta tropical, un fuerza condensada en rizos de sal y de viento descendió de la oscuridad del cielo, y su espiral de aire tocó la superficie del agua: una tromba marina.Quienes pudieron presenciar el fenómeno detuvieron la vida un instante para ver aquella culebra remota, incomprensible, recorriendo sin límite alguno el océano ennegrecido. Los automóviles y motocicletas atravesaban la costera Miguel Alemán, sobre la larga franja playera de Miramar, mientras la escena de oscuridad y agua sucedía en el horizonte. De acuerdo con el sitio especializado en nubes, CloudAtlas, "la tromba marina es un tornado que se produce sobre el agua; es una columna de aire pequeña y débil que gira sobre aguas bajo una nube. Son el equivalente a las trombas terrestres y son más frecuentes en aguas tropicales y subtropicales".Cuando las trombas marinas suelen ser especialmente fuertes, dejan a su paso lluvias subsecuentes de animales marinos y otros peces confundidos. FS